Koinonía 2006-2007

La familia: lugar de paz y reconciliación 14 es imposible en las matemáticas: dos son uno. Y la desgracia conyugal será inevitable, cuando la fórmula sea dos son dos. El período del noviazgo, es un tiempo de gracia especial de preparación para conocer y descubrir el marido o la mujer que Dios ha preparado desde el principio; sabiendo que Dios es el que lleva el diseño de amor sobre una pareja para constituir una familia. El tiempo del noviazgo es fundamental para la preparación previa al matrimonio. Es una etapa de maduración humana y crecimiento en la fe, que sirve para descubrir si la otra persona es aquella con quien se quiere construir una familia. “La preparación del matrimonio, constituye un momento providencial y privilegiado para cuantos se orientan hacia este sacramento cristiano y un “Kairós”, es decir, un tiempo en el que Dios interpela a los novios y los lleva al discernimiento sobre la vocación matrimonial y la vida en que esta introduce” (Consejo Pontificio para la Familia, 13-V-1996). El ejemplo y la enseñanza dada por las familias cristianas, son el mejor camino para esta preparación; de igual modo, la influencia de la comunidad cristiana presidida por los presbíteros desempeña un papel indispensable en la transmisión de las virtudes humanas y cristianas de los futuros esposos. Supone un gran avance para las parejas jóvenes el que hayan recibido una adecuada educación sexual orientada por los principios de la caridad y la moral cristianas, a través de la propia familia, de las escuelas donde estudian y la parroquia a la que asisten. El Papa Benedicto XVI afirma que Juan Pablo II dejó la Iglesia más valiente, más libre, más joven. Una Iglesia según la enseñanza y ejemplo del Papa polaco mira con serenidad al pasado y no teme al futuro. Una de las preocupaciones de Juan Pablo II fue la familia a la que siempre trató de proteger de los peligros actuales que la amenazan. Señala Juan Pablo II que la familia no solamente es el elemento natural y fundamental de la sociedad, sino que tal como Dios la ha fundado es un patrimonio de toda la humanidad. Es por ello preciso defenderla con todos los medios de nuestro alcance, frente a un mundo que cada vez rechaza los valores cristianos. La familia es esperanza de la humanidad.

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