Koinonía 2006-2007

Amor: irresistible promesa de felicidad 30 la esencia de Dios es Amor, es el misterio supremo de Dios y por eso el amor es un misterio. Si el amor no fuera un misterio, Dios no sería ningún misterio, yo entendería a Dios. Ahora, Dios es el único que puede hacerme feliz. (No voy a leer lo que tengo escrito. Voy a filtrar lo que tengo en mi corazón para que vaya llegando y sea útil. No quiero que ésta sea una conferencia. Deseo que, por lo menos para mí, sea algo rentable, que salgamos mejor de lo que habíamos entrado y con mejores luces). Ahora bien, es verdad que el hombre tiene hambre de felicidad; y la gente piensa que los jóvenes tienen o están en ese clima de felicidad. Ayer en una entrevista, decía precisamente esto: la gente piensa que los jóvenes son felices; en cambio, yo no pienso que la juventud sea la época de la felicidad. La gente joven se ríe más que nadie, se distrae más que nadie, se aburre mucho más que nadie, se cansa más que nadie; es el tiempo del bostezo y del cansancio. Se cansa antes de ir a cualquier sitio. Prueba algo sabiendo ya el resultado, que es el cansancio. En la entrevista de ayer me preguntaron: “Usted, ¿qué piensa de la juventud? De la juventud de hoy creo que la buena es mucho mejor que nunca; y la menos buena es más descarada que nunca, más escandalosa, más agotadora que nunca; pero hay mucha gente joven muy buena y eso es lo que importa en la vida. Puede que sea optimista y hay quien dice que el optimista es un hombre mal informado. Pero uno puede ser optimista estando bien informado y sabiendo la realidad. Y si alguien quiere saber cuándo el hombre tiene capacidad para tener a Dios dentro, ese es el tiempo de la juventud. Con lo que no sea Dios, el hombre nunca jamás podrá llenarse. Por eso existe esa hambre indecible de ser feliz; porque tengo hambre de lo infinito, de lo eterno, de lo que no se ve. Todo el mundo queda siempre desengañado de cualquier placer. Dios es el que puede llenar. Ahora bien, Dios no es evidente. Yo puedo conocer a Dios con la simple razón natural. Dios es objeto de fe y de ciencia. Uno puede conocer a Dios como ser supremo, omnipotente, eterno, etc. Pero saber que Dios me ama es cuestión de fe. Ahí no llega nunca la razón. Pero Dios me ama y lo sé por la fe. Si Dios me ama, entonces sé que la felicidad tiene un nombre que es Dios. Dios es la suprema y absoluta felicidad. ¿Y por qué así yo soy libre? Por eso, porque yo no veo a Dios de manera evidente; puedo conocerlo, pero no es evidente para mí. La evidencia quita la libertad. Por ejemplo: 2 más 2 son 4. Yo no puedo pensar o

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