Koinonía 2006-2007

Amor: irresistible promesa de felicidad 37 crucifijo que con todos los libros que había leído. Ahí en la cruz se funden el eros y el ágape , se hacen un solo amor y ese amor a mí me lo entrega Él. Ahora bien, ese amor lo va “haciendo” en cada Eucaristía. Cristo en cada Eucaristía renueva su sacrifico realmente por cada uno de nosotros. Me entrega todo. Yo no puedo recibir a Jesucristo en la Eucaristía en un plan pasivo. Por eso los novios, si quieren casarse por la Iglesia, yo les ruego que entiendan por qué tienen que confesarse y comulgar. ¿Para qué? Para que los sueños de ellos tan preciosos de entregarse mutuamente se realicen. Cuando recibo la comunión recibo al que se entrega por mí y por consiguiente yo recibo a Cristo y debo de entregar a Cristo; entregándome con Cristo a mi novia. El respeto y la renuncia son la forma suprema de entrega, reservándome lo que Cristo no quiere que yo entregue para que sea verdaderamente maravilloso. A los que me dice que tuvieron relaciones con su novia, yo les hago esta comparación: imagínate que te entregan un Van Gogh recién pintado, Los girasoles de Van Gogh. Te lo entregan después de haber pagado millones de dólares por él. Es tan fresco y tan bonito que tú los tocaste con las manos; bien, has estropeado millones de dólares. Eso pasa cuando uno anticipa todas esas cosas. Es como estropear un tremendo Van Gogh. Respétense y empiecen a amarse; eso es quererse. Cuando voy a comulgar recibo a Jesucristo que se entrega totalmente y también tengo que entregarme a los demás. Es el ágape perfecto. El eros es el amor ascendente y el ágape el descendente. Yo asciendo y me extasío, llego a la divinidad. De allí recibo los dones para dárselo a mi mujer, a mi esposa, a mis hijos. Pero primero a Dios. Amor ascendiente y amor descendiente; esa es la vida nuestra. Las escalas, dones, como cuenta muy bien el Papa, suben y bajan los ángeles según la reflexión que hace San Gregorio Magno: “el buen pastor quiere estar arriba, en éxtasis con Dios; para luego ver la enfermedad de los hombres y aliviarles”. Como hacía Moisés; hablaba con el Señor para luego ver qué es lo que le pasa al pueblo de Israel y eso es lo que hace un buen cristiano. Esto cambiaria la vida nuestra; de una vida de culto frío a un culto vital, que es lo que la gente joven quiere. Estoy con Jesucristo y a mí no me importa que canten con batería o sin batería. Vengo aquí a estar con Cristo, aunque no sienta nada, ni mis ojos ni mi carne porque yo sé que Cristo aquí vive y se entrega a mí para que yo sepa como entregarme sanamente a los demás; porque no hay

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=