Koinonía 2006-2007

Amor: irresistible promesa de felicidad 38 otra manera de entregarme sanamente a nadie más que como Jesucristo. En la Eucaristía tengo un tremendo misterio y es que el pan que recibo es el mismo que recibe mi novia, mi hijo, mi amigo y mi enemigo (si comulga). Esto es porqué Cristo tiene este tremendo poder de que todos los que comen el mismo pan se funden con Él; todos tenemos a Cristo, pero lo tenemos en comunidad. El deseo más profundo de la gente joven es trabajar en equipo y vivir en comunidad. Eso es lo que quiere la gente, sentirse miembro de un grupo en donde nos amemos de verdad. Eso lo da la Eucaristía. Comulgo con el cuerpo de Cristo y me uno a los demás porque Cristo es el mismo bocado de pan que recibo y que recibe mi hermano. Entonces me adhiero a Jesucristo. Pero no me pierdo en él como una estatua de sal en el mar. Esto sería panteísmo. El Papa tiene mucho cuidado en este punto porque es muy importante que no se caiga en la herejía del panteísmo; todo es Dios. No me fundo en Dios; yo soy yo; y Dios es Dios. Ahora, de tal manera me uno a Dios que somos un mismo espíritu. Es el amor perfecto. Cuanto más me uno a Dios y más soy yo; más Dios está dentro de mí y más yo soy yo; más obedezco las normas de Dios y más soy libre; porque esa verdad me hará libre y me hará libre de corazón; y el amor se da libre en el sentido mejor de la palabra. Esta encíclica hay que leerla y meditarla para que entendamos bien estos dos misterios tremendos en que el hombre tiene que estar jugando toda la vida, el eros y el ágape; el amor que asciende y que desciende; el amor que está empapado del amor de Dios, y en mí se une el alma y el cuerpo para que yo sea el que ame. Ese día el novio es todo un hombre y la mujer es toda una mujer. Ese sería el matrimonio de verdad. Ahora, Dios es un misterio y lo es el amor. El amor es misterio porque lo es Dios, que es amor. Es un misterio clarividente, como el sol; no lo puedo ver de frente porque me ciega, pero con él lo puedo ver todo. Eso hace la fe. No la puedo barrenar. Es como el amor, que es la cosa más difícil de hablar y la más fácil porque yo no puedo hacer una biopsia de él. Si decimos que la verdad no es cosa de demostrar y de entender, sino de practicar, mucho más el amor. Si Cristo ha dicho “yo soy la verdad y la vida”, con más razón puede decir qué es el amor. Entonces, si alguien tiene que saber lo que es el amor, es Cristo. 28 de marzo de 2007 Texto no revisado por el autor

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