Koinonía 2008-2009

21 forma de consagración intersubjetiva al camino total de la vida). Ante todo como transmisión procreativa del sentido inherente a ese compromiso vocacional y, conjunta y normalmente, a los frutos de la procreación biológica que sustenta los reinicios generacionales de la humanidad. Ninguna de las dos vías, intrínsecamente trabadas entre sí, se realiza si el yo no es educado en el uso de la amplitud de la razón. Por un lado, el compromiso profesional , cerrado sobre sí, se degrada en una idolatría de la profesión (confundida con la vocación humana) y de la carrera, a la que todo lo demás se sacrifica y cuyo precio es la renuncia a ser sí- mismo con y para los otros, mediante la alienación a los criterios de prestigio y de poder que impone la anónima legalidad de la mentalidad social dominante. Lo que aquí pierde terreno es la expresividad novedosa de la propia personalidad, sometida a sus propias ilusiones de totalidad invertidas en lo parcial. Por otro lado, el compromiso vocacional se aliena en un sentimentalismo que da lugar a relaciones afectivas inconsistentes y efímeras, en las que la soledad reproduce la soledad, y el emotivismo la orfandad, el resentimiento y la violencia. La universidad desvirtuada en el profesionalismo reproduce en la sociedad la superficialidad afectiva y la irresponsabilidad para con la vida y el destino de sí y de los otros, lo que tendrá gravísimas consecuencias cuando eso llega a la instancia de la acción educativa y de la acción política. 1.4 Ampliar la razón es vivir el origen del ‘ethos’ universitario como iniciativa en el presente Si bien se pueden señalar las falencias del contexto universitario vigente, ello nunca puede ser tomado como pretexto para escudarse en la inercia de lo colectivo. El ethos universitario es siempre personal y, porque es relación educativa, busca siempre generar comunidad de personas libres porque deseosas de lo verdadero que las inhabita y las supera. Es voluntad de diálogo atrevido a encarar lo fundamental confrontándolo con la propia experiencia y no guerra de posiciones ideológicas en fatigoso estado de mutua sospecha. Benedicto XVI expresa la criticidad inherente al ethos universitario con una fórmula tan real y ejemplar, cuanto incómoda para quien todo lo espera de los cambios estructurales. Señala el punto de partida personal de ese ethos, que existe en la medida en que es asumido en la decisión de un sujeto que quiere aprender de nuevo y en su iniciativa de buscar a otro (y desde ese encuentro, abrirse a todos) con quien compartir la aventura. “Creo –dice- que se puede decir que el verdadero e íntimo origen de la universidad está en el afán Ampliar la razón para vivir hoy la universidad

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