Koinonía 2008-2009

61 Redención acontece por medio de los actos que Jesús, el hijo de Dios, realizó con su carne, con su cuerpo humano. De modo que incluso nuestra salvación la hemos recibido gracias a los actos que Dios realizó con su cuerpo humano, aquí en este mundo. Por tanto, según Juan Pablo II, en virtud de la Encarnación, el Verbo que se hace carne, hay un enlace entre la teología y la antropología (el estudio del ser humano). Ahora, gracias a la Encarnación, para conocer a Dios podemos hacer también referencia al cuerpo humano. En el Verbo Encarnado, decía el Papa, vemos el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre. Vamos a ver que, en cierta manera, en el cuerpo humano se refleja algo, de forma analógica, de lo que es Dios. Los actos libres realizados con el cuerpo son actos de la persona (actos personales) El cuerpo humano en primer lugar revela lo que es la persona: yo me manifiesto en este mundo a través de mi cuerpo y todo lo que hago en este mundo lo hago a través de mi cuerpo y no puedo hacer nada sin mi cuerpo. Necesitamos siempre nuestro cuerpo para relacionarnos con las demás personas, e incluso para rezar me hace falta el cuerpo porque tengo que usar mi cerebro, mis neuronas. Ni siquiera puedo rezar sin usar mi cuerpo. Mi relación con todos y con Dios la realizo con mi cuerpo. Hemos subrayado que el ser humano es cuerpo y alma unidos. De todo lo anterior concluimos que los actos que yo realizo libremente con mi cuerpo, insisto, libremente , son actos personales . Esto significa que los actos libres que yo realizo con mi cuerpo, no son solamente actos de mi cuerpo en términos físicos, no son los actos de algo que yo poseo, sino que soy yo mismo, personalmente, quien me estoy manifestando a través de esos actos. Yo soy una persona en concreto, quien me manifiesto por medio de mi cuerpo. Un paso más: si la persona es cuerpo y alma, ésta no puede separarse de su cuerpo y de la sexualidad de su cuerpo. En todo esto lo que queremos es valorar el sentido del cuerpo y el sentido de la sexualidad humana: este era el intento de Juan Pablo II. Hay un significado inherente al sexo de cada persona, no es algo solamente accidental, agregado, sino que va unido a la identidad de la persona dado que la persona es su cuerpo (con esta expresión obviamente no excluimos el La “Humanae Vitae” y la teología del cuerpo en Juan Pablo II

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