Koinonía 2010-2011

muchos siglos después que Mario Vitorino: “Es como si me hubieran devuelto mi propio yo”. 3. Cristo educa el sentido religioso Cristo viene a darnos nuestro propio yo, a devolvernos nuestro propio yo con una plenitud que nosotros no podíamos imaginar. Por eso, porque es Él el objeto de aquello que buscamos, del sentido religioso, Cristo puede educar constantemente el sentido religioso; precisamente porque lo desvela y lo aclara, también lo puede educar. Nosotros entendemos así el porqué de la encarnación. El objetivo para el que Dios se hizo hombre (lo que hemos celebrado en Navidad) es desvelar y educar al hombre en el sentido religioso, porque el sentido religioso es exactamente el punto de partida que tiene el hombre ante toda la realidad y ante el Misterio que lo hace. Por eso seguir a Cristo es estar en las mejores condiciones para afrontar la realidad y caminar hacia el destino del mejor modo posible, esto es la salvación tal como la entiendo aquí, no en el sentido definitivo del término sino en el sentido que indica la disposición para estar delante de la realidad. Si uno sigue a Cristo está en las mejores condiciones para afrontar el problema de su destino. En muchas ocasiones, todos lo podemos reconocer en nuestra experiencia, decaen en nosotros estas exigencias vivas y despiertas y entonces nos confundimos. Es mucho más fácil confundirse. Solo cuando tenemos todas las exigencias, todo nuestro sentido religioso, toda nuestra humanidad despierta, podemos no confundirnos. Si no existiera una presencia histórica que como con Juan y Andrés nos despierta constantemente, ¿qué es lo que haríamos? Pues sucumbir a la confusión. No hace falta que ninguno de nosotros lo demuestre. Nosotros tenemos constantemente esta experiencia; por eso, si el cristianismo no es vivido según su naturaleza histórica, de una presencia carnal, a través de una comunidad cristiana, es reducido solo al sentimiento, a una espiritualidad vaga, a algo etéreo, sin la capacidad de despertarnos constantemente el corazón y, por tanto, de salvarnos de esta reducción a la que nosotros normalmente sucumbimos. Esto demuestra la necesidad que tenemos. ¿Cómo podemos ser educados hoy en el sentido religioso? Participando de la vida, de esa realidad donde Cristo sigue siendo contemporáneo: la Iglesia. Porque la función de la Iglesia en el mundo no es otra cosa que la de Cristo: educar al hombre al sentido religioso, es esta pasión.

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