Koinonía 2010-2011

sentimientos, gratificaciones que derivan de las relaciones interpersonales de trabajo y de la participación activa en la vida social de los cuerpos intermedios. Retomando el concepto de “estructuras de pecado”, introducido en el punto 36 de la Sollicitudo rei socialis para identificar aquellos pecados personales que, difundiéndose y radicándose, condicionan y obstaculizan la conducta según verdad de los demás hombres, Juan Pablo II invita a construir unas estructuras de santificación personal y comunitaria. En tal dirección, incentiva la constitución de cuerpos intermedios dotados de una “subjetividad creativa” propia, capaz de acompañar y guiar el crecimiento humano, cultural y cristiano de cada persona. La pregunta acerca de la verdad de lo real brota y se profundiza, sobre todo, en la relación entre amigos unidos por una pasión común por la existencia. La práctica del voluntariado, por lo tanto, es estimada y promovida bajo la advertencia de que no se reduzca a un ejercicio de generosidad que termina en sí misma. El papa polaco, además, escribe: “La primera estructura fundamental a favor de la «ecología humana» es la familia, en cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado y, por consiguiente, qué quiere decir en concreto ser una persona. Se entiende aquí la familia fundada en el matrimonio, en el que el don recíproco de sí por parte del hombre y de la mujer crea un ambiente de vida en el cual el niño puede nacer y desarrollar sus potencialidades, hacerse consciente de su dignidad y prepararse para afrontar su destino único e irrepetible. En cambio, sucede con frecuencia que el hombre se siente desanimado a realizar las condiciones auténticas de la reproducción humana y se ve inducido a considerar la propia vida y a sí mismo como un conjunto de sensaciones que hay que experimentar más bien que como una obra a realizar. De aquí nace una falta de libertad que le hace renunciar al compromiso de vincularse de manera estable con otra persona y engendrar hijos, o bien le mueve a considerar a éstos como una de tantas «cosas» que es posible tener o no tener, según los propios gustos, y que se presentan como otras opciones. Hay que volver a considerar la familia como el santuario de la vida ” ( Centesimus annus , 39) . La familia y, por analogía, los cuerpos intermedios, se revelan decisivos para ayudar a las personas a enfrentarse a los desafíos cotidianos según aquella cultura de la vida que el economicismo y el utilitarismo rechazan a priori. Sobre la base de estas constataciones, Juan Pablo II exhorta a la sociedad civil a jugar un rol como protagonista en el mundo político y económico. Su apoyo a las diversas formas de cooperación entre productores, consumidores, trabajadores, profesionales y educadores

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=