Table of Contents Table of Contents
Previous Page  128 / 140 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 128 / 140 Next Page
Page Background

128

pontificia universidad católica de puerto rico

Igualmente, afirma la Iglesia la presencia de la mujer en la vida

laboral es indispensable para el crecimiento y fortalecimiento de la

sociedad. A tales efectos, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia

(2004) expresó:

“El genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social;

por ello se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito

laboral. El primer e indispensable paso en esta dirección es la posibilidad

concreta de acceso a la formación profesional. El reconocimiento y la tutela

de los derechos de las mujeres en este ámbito dependen, en general, de la

organización del trabajo, que debe tener en cuenta la dignidad y la vocación

de la mujer, cuya «verdadera promoción… exige que el trabajo se estructure

de manera que no deba pagar su promoción con el abandono del carácter

específico propio y en perjuicio de la familia, en la que como madre tiene un

papel insustituible».

Por su parte, san Juan Pablo II (1995), exhortó a las mujeres a

contribuir cada día más a tratar de resolver los graves problemas de la

sociedad. Por lo que, es necesario que la mujer se inserte en la política

para que tenga más presencia social. A su vez, contribuya a mejorar los

males de este siglo, entre los que destaca: calidad de la vida, migraciones,

servicios sociales, eutanasia, droga, sanidad y asistencia, ecología.

A su vez, las mujeres están comprometidas en las diferentes tareas

que realizan y roles que asumen. Por lo que, estas se destacan en la

actividad educativa, fuera de la familia. En la visita a lugares donde se

encuentran los más necesitados como: asilos, escuelas, universidad,

instituciones asistenciales, parroquias, asociaciones y movimientos. Es

necesario que la mujer se dedique a las relaciones humanas, en favor de

los más débiles e indefensos. De esta forma, manifiestan una maternidad

afectiva, cultural y espiritual, característica principal de la mujer (san

Juan Pablo II, 1995).

Por otro lado, san Juan Pablo II (1988) estableció que Jesús no

estaba de acuerdo con la discriminación hacia la mujer. Por eso, siempre

respetó y le rindió honor a las mujeres. Es en este acto de Jesús donde se

establece la dignidad de la mujer y su vocación.

Stubbemann (s.f.) establece que la mujer es necesaria en todos los