Revista Horizontes: primavera/otoño 2010 | Año LIII Nums. 102-103

24 El campesinado palmasoleño sufre el mismo destino del homo sacer : el destierro de todas las relaciones humanas y políticas. El campesino de Palma Sola ha constituido una comunidad propia al igual que las comunidades de los hombres-lobos de la Inglaterra de la Edad Media. Contrario a las leyes romana, griega y sajona, en nuestros estados modernos, incluido el dominicano, no hay ley que sancione el abandono, el exilio, la discriminación de campesinos y comunidades de campesinos. Constitucionalmente no se sostendría. Recibiría el repudio de la población. No obstante, la realidad es que la discriminación, el abandono, el destierro nos confronta cada día. El flujo migratorio de personas del interior del país en busca de condiciones de vida dignas –cansadas de esperar en las promesas de atención a sus necesidades por parte de los políticos de turno, aún a costa de tener que atravesar mares y aduanas hostiles– ilustra la experiencia de destierro y abandono que sufren dominicanos hoy día. Reconocemos, pues, que no hay ley escrita o formal alguna que justifique el abandono y el destierro del campesinado palmasolano. No obstante, cómo se explica que un grupo de campesinos organizados en una comunidad de creyentes en un líder religioso muerto más de cuatro décadas antes por las propias entidades del Gobierno, amenace la estructura social. Palma Sola: Exclusión sobre exclusión Al igual que la favela, el guetto, la villa sin miedo, Palma Sola es una geografía disímil; un espacio fuera de la ley. Queda fuera de la protección policíaca. Ha quedado excluida de la sociedad, sus leyes y organización. Distinto a los excomulgados de las sociedades romana, helénica, sajona antes mencionadas, que se ubicaron en ciudades fuera de los muros de la ciudad, los exiliados de nuestro tiempo las establecen dentro de las ciudades, en el interior del país o en el país huésped. En este sentido, el campo es un tipo de exilio y Palma Sola, un doble exilio: exilio dentro del exilio. Es espacio de exclusión geográfica. Ajena al cuerpo de seguridad general, Palma Sola cuenta con un cuerpo de disciplina y seguridad interno. Ha establecido sus propias reglas de desarrollo de la comunidad, de distribución de tierras, de construcción de unidades de viviendas, de organización de la vida comunitaria, religiosa, cultural, etc. De hecho, allí no entró ninguna de las distintas fuerzas policíacas por el período de establecida. La única vez que entraron la policía estatal y las fuerzas castrenses fue para tratar de exterminar de raíz a la comunidad. Palma Sola es también espacio de exclusión económica. Como con otros tantos grupos sociales que viven en la marginalidad, la exclusión que sufre el campesinado pobre es el resultado de la inequidad en la distribución de los bienes y servicios, de privilegiar valores que sustentan leyes económicas, como la ley de libre comercio. Es la realidad del campesinado –y su familia– que el campo ya no los sostiene y entonces se ven forzados a migrar a la urbe o a otro país. Ocupará el área periférica de la ciudad o de la urbe huésped. Los arrabales, las áreas de condiciones de vida sórdidas serán los nuevos espacios geográficos que los cobijarán. El campesinado queda excluido de la competencia comercial ya que no cuenta con los recursos económicos para lidiar con las grandes potencias comerciales y tampoco con las medidas protectoras que le permitan alcanzar la fase de sobrevivencia. Palma Sola es un nombre adecuado para la comunidad excluida. Por un lado, refiere al símbolo botánico de la identidad dominicana; por otro lado, refiere a la palma, pero sola. El adjetivo le viene ajustado a la luz de la descripción del sitio. El paraje era “… un lugar desierto, escasamente habían dos o tres viviendas… Eran monterías y estaban distantes del agua. Para llegar a aquel lugar había que caminar por lo menos seis o siete kilómetros a pie.”(Bautista, 2007, p.56). También recordemos que estaba cerca de la línea fronteriza con Haití, es decir, por un lado, lejos de los centros de poder, y, por el otro, muy cerca de la comunidad más pobre de todo el hemisferio. En fin, el modelo económico, con su versión neoliberal, imperante en buena parte del mundo, procura y tiene como resultado excluir a seres humanos de los beneficios y derechos humanos y civiles. Tal nefasto resultado se manifiesta en el arrabal, la favela, la villa sin miedo. Y Palma Sola tampoco escapa de las consecuencias de la aplicación del modelo económico exógeno a la fe de la comunidad solidaria y milenarista liborista. Para Martínez, determinantes sociales dan cuenta del movimiento mesiánico. Y apunta en su texto Palma Sola: opresión y esperanza. Su geografía mística y social, “f ue un movimiento de protesta social (conducida religiosamente) debido a una causa estructural mediata y presente: la opresión del grupo campesino relacionada fundamentalmente con la penetración del capitalismo en el campo…” (p. 66). Obsérvese que, cónsona con la prédica liborista, en Palma Sola, aunque el campesino padece la exclusión de los beneficios económicos insulares, la realidad es que como comunidad de fe religiosa incorpora un modelo económico y de distribución de bienes alterno marcado por la solidaridad, la distribución de la tierra para todos y la incorporación de la figura de la hermandad como signo de la metanoia espiritual resultante de la fe en el credo liborista. Esto tendrá su repercusión en la cultura hegemónica y en las entidades que ejercen los poderes político y económico. Aunque el grupo que integra Palma Sola sufre una exclusión similar al homo sacer , en realidad, no es victimario; más bien, víctima. Al respecto, resultan iluminadoras las palabras de Bautista (2007) cuando dice:

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