Revista Horizontes: primavera/otoño 2011 | Año LIV Núms. 104-105

9 el alma la impetuosidad del mar que sé que adora… y la insistencia de un sol tan Caribe como ella! Se había traído más… el convencimiento de que su familia era lo principal en la vida. Y ni el frío terrible de Staten Island, (sin guantes ni bufandas…), la disuadieron de conseguir esa anhelada reunión familiar. Estudiaba y trabajaba, ¡en Woolworth!, y así, por años, sin desfallecer, no solo le envió dinero a su pequeño hermano, sino que cuatro años después, logró enviarles el pasaje a sus padres… y en una cena de Navidad se volvieron a rencontrar de nuevo y para siempre. Y decidieron hacer de Puerto Rico su nueva tierra, cuando fueron a vivir en una casa casi vacía, (de muebles, no de calidez familiar), con solo nevera, camas en el piso y cuatro sillitas de aluminio con las que también cargaban para la playa. Y fue, como, le he escuchado a ella y a su hermano Roberto, así, con esa precariedad material, el tiempo más feliz de sus vidas… ¡Por eso tal vez es que, como en casa de nadie, en la de ella, la abundancia con que se recibe a los amigos es legendaria! Profa. Estela García Cabrera. Y así, Estela García Cabrera llegó, ¡que si llegó…! (y sigue llegando). Llegó a estudiar Pedagogía en 1981 y a graduarse Suma Cum Laude de Maestría en Artes en Estudios Hispánicos de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico; a ser profesora de Lengua y Literatura Caribeña e Hispanoamericana desde 1970 hasta hace su retiro hace escasos meses; a ser una de las catedráticas más respetadas de nuestra universidad, una de las más queridas, por comprometida, por solidaria, por más de 40 años; a publicar su obra, con más de 10 libros a su haber, entre ellos uno de los libros de texto más utilizados por los estudiantes universitarios puertorriqueños; a editar esta, su querida revista, por 15 años, desde 1995 hasta el 2010, defendiendo con garras su publicación, librando batallas feroces, ganando algunas guerras, perdiendo otras… También, como hoy, celebró innovaciones: el cambio de la portada, del tamaño, la expansión de contenidos, la división en varias secciones de la revista, la inclusión de fotografías de la institución. Y, especialmente, les brindó, por primera vez, a los estudiantes especialistas talentosos la oportunidad de que pudiesen publicar en la revista. Aun más, soñó con crear una Editorial de Horizontes y, en un acto sin precedentes, logró que durante un año se publicaran, además de dos números de la revista, también dos libros: Temporada en el Mundo de Ramón Zapata Acosta y Poetas de Yauco de José Juan Báez Fumero. Pero Estela García Cabrera ha llegado lejos también en otros ámbitos de la experiencia humana, trascendiendo el mundo de la universidad para desempeñar con maestría las verdaderas posiciones, sus verdaderas pasiones: la de hija, la de hermana, la de compañera, la de amiga, la de maestra, la de esposa, la de madre, la de abuela… Estela García Cabrera tal vez diría nuevamente: ¡esa soy yo…! Pero mejor, en un sencillo homenaje de sus compañeros de facultad, le digo lo que de ella piensan cuando he pedido que la describan con solo dos vocablos: combativa y sensible; volátil y leal; decidida e impetuosa; amorosa y arrojada; noble y magnánima; apasionada y de genio vivo; puertorriqueñista y fiestera; audaz e iconoclasta; fervorosa y alegre; honesta y generosa… Estela García Cabrera, ¿volvería a decir: “Esa soy yo…”? Prefiero, para despedirme, en vez de preguntarle, dedicarle las últimas estrofas de un poema suyo que se titula “Yo no soy esa”. Me dibujan mal. Yo no soy esa. Aún llevo canciones en el alma, y tiemblo de emoción ante unos versos. Y puedo andar y andar, y tejer arcoíris con mis manos, e hilvanar luceros con mi cuerpo. Yo no soy ésa. Aún sueño con la lluvia fresca que se desprende en cascadas melodiosas para refrescar el alma que habita entre los huesos. No. Yo no soy ésa. Aún puedo amar y amar. En mis manos abiertas crecen atardeceres luminosos y de mi silencio, que aún no se borra, nacen pájaros y trinos.

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