Primavera otoño 2020 (Año LXIII Núms. 122-123)

horizontes@pucpr.edu Año LXIV Núm. 124-125 horizontes PRIMAVERA / OTOÑO 2021 PUCPR 13 Tal vez otros podrían señalar un número infinito de ellas, pero nos interesan solo estas tres. En la primera etapa, la cual quizás sea la más que se acerque a la descripción en el tercer párrafo, en la mayoría de los casos nos parece que se da en los años pre y adolescentes. De ella trascienden unos pocos. La inmensa mayoría arroja a la basura su obra y con ella su interés en la creación como como un medio de expresión propio. Otros no desechan nunca ni su obra ni su interés, pero tampoco continúan desarrollando su capacidad creadora. Algunos entran en un estado de latencia del que salen muchos años luego, a veces en p1ena madurez. Los que trascienden de esta primera etapa van tomando cierta conciencia sobre ellos mismos y sus creaciones. Empiezan a encontrarse un poco a sí mismos. Empiezan también a encontrar a otros en su camino y a compartir con ellos, incluyendo, sin darse cuenta casi, sus creaciones en este compartir, teniendo así estas su primer encuentro con extraños y recibiendo de ellos diferentes reacciones. Empiezan a tomarse en serio tanto a la persona como a sus creaciones (1o mismo por parte del mismo autor como por parte de los demás). Ya la creación no va a ceñirse meramente a la necesidad del momento ni de la persona ni va a ser tan espontánea ni tan libre. Ahora va a ser cautelosa en su presentación y aunque siga dirigiéndose a la persona, espera el encuentro con otros. El creador se percata de que su camino no es solitario, de que hay muchos en él, deseosos de compañía, y hacia ellos va a empezar a dirigir su creación. Paulatinamente, se despreocupará de su desnudez en la creación, pues descubrirá que, al desnudarse, igual hará con muchos otros y que a1 enfrentarse estos a su creación no encontrarán al creador tan solo, sino también a ellos mismos. Empezará a preocuparse por la presentación de su obra. Buscará que su creación responda a unos usos establecidos, los cuales tratará de comprender, incorporar y dominar para lograr una mejor comunicación, buscando que le comprendan y le aprueben. En la tercera etapa, se ha logrado seguridad, se ha llegado a dominar la técnica, los usos establecidos; también se ha encontrado el camino buscado, o se está por encontrarlo, y el conocimiento propio en gran medida, pero, aún más, se ha encontrado mejor a los otros, se ha empezado a tener roces con e1los y se ha empezado a distanciar de la gran masa, encontrando solo un pequeño círculo de seres afines. Teniendo seguridad en sí mismo y pudiendo manejar a perfección1os usos establecidos, el creador empieza a prescindir de ellos, los descarta y hasta los combates. Asqueado con todo 1o que en su camino ha encontrado, intenta destruir para edificar más genuinamente de entre las ruinas. Adquiere una conciencia bastante clara de sí y de sus creaciones, del mundo que lo rodea, los procesos de y en este, y de 1os seres que lo habitan. Su creación reasume las mismas características que en la primera etapa, con la diferencia de que hay conciencia de ello y el creador ayuda a la creación con algunos toques, aunque siempre respetando su autonomía. En esta etapa, el creador se ha definido ideológicamente, en muchos casos es un activista y se pone junto con su creación (de mutuo acuerdo con ella, pero a veces tratando de forzarla) a1 servicio de su ideología. En otros casos, no se convierte nunca en activista, siendo considerado un realengo. En estas etapas de la creación se evidencia el compromiso: para con el creador mismo, para con los otros, la tradición o usos establecidos, movimientos o grupos formales y/o informales... o para con la misma creación. Al crear se asume una posición a favor de y en contra de. Se crea por algo y para algo. La creación interroga y responde, afirma y niega... compromete. Que el compromiso se asuma

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