Revista Horizontes: primavera/otoño 2017 | Año LX Núms. 116-117

69 Esta es la experiencia espiritual que retoma Oraciones en verso del Padre Santaella. En palabras del autor, el libro es un esfuerzo para rescatar la mayor cantidad de esas oraciones que generación tras generación ha ido heredando a través de nuestra memoria colectiva: “… para que este tesoro literario no se pierda en su totalidad y pueda ser recurso para investigaciones de la misma literatura española, de la historia, la teología, la liturgia, la sociología…”. (Santaella, 2017; p. 12) Convencido el investigador que entre las venas más profundas de ese caudal heredado estaban las oraciones que complementaban el rosario rezado, se echó al campo en busca de rezadoras y rezadores que las guardaban en su memoria. Así, en los ’80 del siglo pasado encontró sus fuentes primarias más fecundas en don Marcelino Navedo Martínez, de Vega Alta y doña Felícita Figueroa Barinas, de San Lorenzo. También obtuvo muestras en la periferia de Ponce y de otros pueblos de la Cordillera Central. Feliz coincidencia, piensa el autor, pues el “triángulo montañoso” que comprenden Vega Alta, San Lorenzo y la periferia de Ponce, pueblos de montaña que eran precisamente los más aislados de las zonas urbanas en los primeros siglos de la colonización española, era donde, seguramente, el fenómeno estudiado se dio con mayor frecuencia. Señala, además, que “esos tortuosos caminos de herradura”, propiciadores del aislamiento del campesino, propiciaban también que se conservaran más puras las tradiciones. (Santaella, 2017, p. 14-15) Al destacar el énfasis en la búsqueda de oraciones- poemas en el mundo devocional del rosario, señala que éste vino a “sustituir” la experiencia de la misa, su liturgia, su misterio. (Recordemos que hasta el Vaticano Segundo la misa católica se realizaba en gran parte en latín y el pueblo llano, el campesinado analfabeto en particular, vivía la liturgia latina desde la intuición más que desde la comprensión racional.) Recordemos también, que la poca asistencia del campesino a la iglesia del pueblo abonaba al misterio. En consecuencia, señala Santaella, el rosario “vino a ser la misa del campesino”. Vino a suplir la necesidad espiritual de la misa. (Santaella, 15- 16) El volumen, la riqueza espiritual e incluso artística de esas oraciones queda demostrado en este estudio. Para facilitar el entendimiento y apreciar la riqueza de esta experiencia religioso-poética, Santaella organiza las oraciones rescatadas en “orden de dignidad”, ocupándose primero de Jesucristo, después de la Virgen María y luego de otras devociones. Bajo cada una de las oraciones, apunta comentarios técnicos acertados que confirman la seriedad de la investigación y propician el entendimiento profundo del texto. El lector se entera de particularidades como la evolución de versos de origen español que evidencian su adaptación a la variedad lingüística y al paisaje puertorriqueños. Percibe la impronta de la doctrina de órdenes religiosas como la dominica y su aprecio por el rosario, o la franciscana y su inclinación por la pasión de Cristo. Comprueba el origen culto de algunos versos; su antigüedad; conoce de su uso particular dentro de la experiencia espiritual del orante. Incluso se sorprende con ejemplos de oraciones que escuchó de niño o de algunas que aún perviven en la comunidad de vida del lector. Veamos algunos ejemplos. El primer conjunto de oraciones recopiladas trata, según el subtítulo que las agrupa, sobre la “Anunciación de María y la infancia de Jesús”. De éstas, nos llaman la atención dos adaptaciones del himno de gratitud que la Virgen María pronunció tras el anuncio del Ángel. Siempre, nos recuerda Santaella, “se le ha llamado Magnificat por ser esta su primera palabra según la versión latina de la Biblia Vulgata de San Jerónimo”. (Santaella, 2017, p. 72-73). Así comienza la segunda oración, informada al antólogo por María Mercedes Torres, de Juana Díaz, en entrevista del 4 de marzo de 1988: Magnífica es en grandeza mi alma con gran amor. El Señor de cielo y tierra y de todo es creador. (Santaella, 2017) Nos llama la atención, entre otras cosas, porque nos recuerda que este tipo de oración se utilizaba para ahuyentar algún animal feroz y es, como apunta en la nota de la primera versión el Padre Santaella, el origen de la exclamación “Jesús magnífica” cuando algo nos sorprende. Más de un lector la recordará entre las frases aprendidas en su niñez. Algunas de estas oraciones tienen origen culto y, aunque el tiempo y las ambigüedades de la memoria oral colectiva las vayan distorsionando, conservan elementos que refieren al lector a sus orígenes. Esto se corrobora en los estudios de la primera parte del libro, donde se considera el estado de situación de la poesía religiosa en España y Puerto Rico “en tiempos de la colonia”; así como en la sección final, donde se hace un recorrido cronológico de la poesía española, desde sus orígenes hasta el Siglo de Oro, a través de algunas de sus voces más representativas como Berceo, el Arcipreste de Hita, santa Teresa de Jesús o san Juan de la Cruz. La presencia de la mayoría de los temas recopilados en la antología que comentamos en boca de algunos de los más destacados poetas españoles cultos de los siglos estudiados, apoya la tesis del estudioso y sacerdote ponceño. Así ocurre con “Se siente lirio”, una de las primeras en la sección dedicada a ‘María protectora de los cristianos’. Obtenida de boca de doña Felícita Figueroa Barinas, está escrita en verso libre sin rima. Santaella apunta que la calidad de sus epítetos y metáforas y las expresiones teológicas indican su origen culto. (Santaella, 137) Así comienza: ¡Se siente lirio de hermosura, sosegada primavera, Virgen Sacratísima, María! Os saludo poderosísima rosa de celestiales deleites, de quien quiso nacer y mamar leche el Rey de los cielos, Jesucristo,

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=