Santo Tomás de Aquino, Homilía de Inicio de curso enero 2012 | PUCPR
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Un ejemplo de su profundo y ardiente amor a Cristo lo fue su amor a la
Eucaristía, como lo demuestran los bellísimos textos litúrgicos que él
mismo compuso, por encargo del Papa Urbano IV, para la fiesta del Corpus
Christi, reflejo y fruto de su gran fe y sabiduría teológica, que todavía
resuenan vibrantes en templos y calles, en nuestros días.
El Papa Benedicto XVI dice de Santo Tomás de Aquino que “es un ejemplo
de la necesaria relación y complementariedad entre fe y razón, entre la
filosofía y la teología, que permiten llegar a la verdad, y así a Dios”. Para el
Cardenal Ratzinger, hoy el Papa Benedicto XVI, está claro “que las crisis del
ethos, de la ética, de las sociedades europeas modernas se alimenta de una
crisis más profunda: de logos, de fundamento en la verdad”.
Tomás estaba firmemente convencido de su compatibilidad. Para Santo
Tomás “la fe consolida, integra e ilumina el patrocinio de la verdad que la
razón humana adquiere”, pues, ambas, fe y razón, proceden de la única y
misma fuente común de toda verdad, el Logos divino. “La razón acepta una
verdad en virtud de su evidencia intrínseca, mediata o inmediata; la fe, en
cambio, acepta una verdad sobre la base de la palabra de Dios revelada”.
Querer resumir en una frase la obra extensa, profunda, intensa de Tomás
de Aquino, ejemplo y modelo de estudiante y profesor universitario, por
su sabiduría y su santidad, por su síntesis maravillosa entre razón y fe,
su manera de mostrar que la razón se enriquece cuando es iluminada
por la revelación, es decir, que la fe no es contraria a la razón, sino por el
contrario, se complementa; querer reducir a una frase esta figura gigante,
o dibujarla en un solo trazo, es, por lo menos, arriesgado y atrevido. Pero
sí intentaré, si en algo puede servir, destacar una faceta, fundamental
en todo el que se precie de ser universitario y tener dignidad humana, a
saber: su amor, su pasión, por la búsqueda de la verdad. En Santo Tomás
la preocupación dominante fue la búsqueda de la verdad. Es la filosofía del
ser y no del parecer.
Jacques Maritain, filosofo cristiano contemporáneo pone de relieve
“que el mal que sufren los tiempos modernos es ante todo un mal de la
inteligencia: comenzó por la inteligencia y ahora ha llegado hasta las
más profundas raíces de la inteligencia. ¿Por qué admirarnos si el mundo
aparece como envuelto por las tinieblas?”
Ya San Pablo lo presentía cuando escribía a su discípulo Timoteo: “Vendrá