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mujer: cinco roles en la sociedad actual puertorriqueña
reflejo o un efecto directo de la maternidad biológica, son producto de una
operación simbólica que asigna un significado a la dimensión materna de
la feminidad, y por ello, son al mismo tiempo portadoras y productoras
del sentido de lo que es ser mujer.
Por tanto, las representaciones que configuran el imaginario social
de la maternidad tienen un enorme poder reductor, ya que todos los
posibles deseos de las mujeres son sustituidos por uno: el de tener un
hijo. En tanto, la maternidad crearía una identidad homogénea de todas
las mujeres. El deseo de tener un hijo no es natural, sino histórico,
generado en el marco de las relaciones intersubjetivas, resultado de la
simbolización. Por lo cual, el futuro niño representa aquello que podría
hacer a la mujer feliz o completa (Tubert, 1996). De ahí la necesidad
de reconstruir los ideales, las identidades, para abrir un espacio donde
se pueda resituar la maternidad en relación con la dimensión de la
multiplicidad de deseos opuesta a una identidad que no puede sino ser
mística. La identificación de la maternidad con la reproducción biológica
niega que lo más importante en la reproducción humana no sea el
proceso de concepción y gestación sino la tarea social, cultural, simbólica
y ética de hacer posible la creación de un nuevo ser humano. El ejercicio
de la maternidad supone la articulación del cuerpo en la cultura, ha
sido construido como cuerpo significante por las prácticas y discursos
dominantes en la sociedad, a través del lenguaje y de los vínculos sociales.
La aproximación hacia la maternidad pone en evidencia la
articulación de tres acercamientos:
1. Un universo simbólico de categorías y representaciones,
que forma parte de un sistema social, político e ideológico,
históricamente dado y que constituye el contexto en el que se
organiza la subjetividad humana.
2. La construcción de la subjetividad maternal, a su vez, integra
dos dimensiones. Por un lado, si nos situamos en el aspecto
de lo histórico social, podemos apreciar la configuración del
imaginario colectivo. Por otro lado está la singularidad de cada
ser humano, del imaginario personal. Todo esto genera sentido
para las comunidades y los seres humanos, en especial para el
cuerpo materno.
3. Las posibilidades y limitaciones del cuerpo real, no como