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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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corazón al hijo que ha engendrado. Somos nosotros los que nos

alejamos. Fue el hijo pródigo el que se alejó de la casa paterna. El

Padre, la madre que hay en Dios no se alejó del hijo, lo estaba

esperando.

Hoy vengo a decirles que Dios les ama, con un amor misericordioso,

con un amor de madre, desde sus entrañas. Y que desde sus

entrañas nos dice: venid a Mí todos los que estáis cansados, y yo os

aliviaré.

El mundo necesita misericordia. Estamos cansados de guerras,

injusticias, de falsas promesas y soluciones engañosas. Nos sentimos

perdidos ente las múltiples manifestaciones del mal. Vivimos en un

mundo en el que abiertamente se ofende a Dios, se ultraja su santo

nombre; en el que la mentira y el engaño se intercambian como

moneda válida, la injusticia y el abuso campean por sus fueros y la

inmoralidad se vende como mercancía auténtica; en el que se

legaliza el aborto, se legitiman los mal llamados matrimonios del

mismo sexo, la corrupción y el escándalo están a la orden del día;

se desvirtúa la verdad, la droga domina nuestras calles, se cometen

atropellos contra la persona y la dignidad humana y se pisotean los

derechos humanos.

El mundo necesita misericordia. ¿Cuándo será el día que los

hombres se abran a la divina misericordia, en lugar de seguir

peleando los unos contra los otros, llenos de envidias y odios, que a

nada conducen sino a la destrucción y el desasosiego?

El mundo necesita misericordia. Las palabras proféticas de Juan

Pablo II: ”Fuera de la misericordia de Dios no existe otra fuente de

esperanza para el hombre” siguen teniendo total actualidad,

avaladas por las palabras de Jesús a Santa Faustina: “Hoy están

abiertas las entrañas de Mi misericordia”.

Queridos hermanos y hermanas:

Habéis venido desde distintos puntos o lugares a este Santuario de

la Divina Misericordia en búsqueda de la misericordia que tanto

necesitáis, que tanto necesitamos todos los seres humanos.

Habéis venido con la esperanza de encontrar consuelo y remedio

para vuestras heridas; con la esperanza de encontrar respuesta a

vuestras preguntas e interrogantes; con la esperanza de rehacer

vuestras vidas rotas quizás por los pecados y vaivenes de la vida;

con la esperanza de encontrar la paz para vuestras almas.