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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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“Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó,

estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con

Cristo - por pura gracia estáis salvados -, nos ha resucitado con

Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con Él. Así muestra a los

siglos venideros la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para

con nosotros en Cristo Jesús” (Ef. 2, 4-7)

He querido comenzar la homilía con este texto de la Carta de

Pablo a los Efesios, porque resume maravillosamente la acción que

Dios, rico en misericordia, ha obrado en nosotros, en cada uno de

los que estamos aquí presentes, y en cada uno de nuestros

queridos radioyentes, pues estando muertos por los pecados, nos

ha hecho vivir con Cristo. Y por si no lo habíamos entendido, Pablo

lo recalca: por pura gracia, por pura misericordia, estáis salvados.

En realidad el texto es un canto a la bondad y poder de Dios, que

ha obrado con nosotros tales maravillas: nos ha dado la vida con

Cristo, no ha resucitado con Cristo y nos ha sentado en el cielo con

él. Literalmente habría que traducir: con-vivificó, con-resucitó, y

co-sentó con él, verbos que indican la íntima unión entre los

bautizados y Cristo, entre la cabeza y los miembros.

Añade San Pablo que Dios ha querido obrar así con los hombres

para mostrar a los siglos venideros, la inmensa riqueza de su gracia

y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Agradezco la invitación que me hiciera el Padre Anthony Gramlich,

Rector del Santuario y la Comunidad de los Padres Marianos de la

Inmaculada Concepción, para presidir esta Eucaristía en honor de

a Divina Misericordia, en el Sexto Encuentro Latino, en el Santuario

Nacional de la Divina Misericordia en Stockbridge, Massachussets,

que este año 2010 cumple su cincuenta aniversario, un honor y

privilegio que deseo compartir con todos los presentes.

Estoy convencido, cada día más convencido, de las palabras del

Papa Juan Pablo II, el Papa de la Divina Misericordia, que: “Fuera