Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
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de la misericordia de Dios no existe otra fuente de esperanza para
el hombre”.
San Pablo dice que Dios es rico en misericordia, por el gran amor
con que nos amó, pues estando muertos por los pecados nos ha
hecho vivir con Cristo, y por pura gracia de Dios estamos salvados.
El profeta Isaías en su libro, del cap. 52,13 al cap. 53,12,
correspondientes al Cuarto Cántico del Siervo de Yahvé, narra
cómo el Siervo de Yhavé, a pesar de ser inocente, se entrega por
los demás. El pecado es nuestro; pero quien en verdad sufre por el
pecado o los pecados, para expiarlos no somos nosotros, sino el
siervo inocente. Así es la justicia divina, que tiene un nombre, se
llama misericordia.
Dios misericordioso aplica una justicia a la que no estamos
acostumbrados, que supera la justicia humana. La justicia humana
impone el castigo de acuerdo al delito cometido. En la justicia
divina, nosotros somos los pecadores; pero su Hijo es quien ha
pagado por nosotros. Y cuanto mayor es el pecado, mayor es la
misericordia. Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia,
canta la liturgia de la Vigilia Pascual.
He aquí la clave: el pecado es nuestro; pero quien sufre por el
pecado, quien paga por el pecado, no somos nosotros, sino el
siervo inocente, el Siervo de Yahvé, que no es otro que Jesús. Jesús
se entregó por nosotros, o Dios entregó a Jesús por nosotros, por
pura misericordia. Porque nos amó, aun siendo pecadores, nos
amó. Esa es la misericordia: no existe ninguna obligación de justicia,
y lo que se nos da, se nos da por puro amor, por pura
benevolencia, por pura gracia. Y ese es nuestro Dios, Un Dios de
amor, un Dios de misericordia.
La divina misericordia es la manifestación más extraordinaria de
Dios hacia el hombre. Es la carta de presentación de Dios al
hombre. Es el atributo divino más hermoso, hasta el punto que Dios,
deseoso de que el hombre no dude un instante en acercarse al
manantial de la infinita misericordia escogió a santa Faustina
Kowalska, una humilde religiosa polaca, nacida el 25 de agosto de
1905, dentro de cuatro días habría cumplido 105 años, fallecida en
1938, para recordar al mundo entero, en los tiempo modernos, que
Dios lo ama y lo ama con amor misericordioso: “Hija mía, habla al
mundo entero de la inconcebible misericordia Mía… Mi
misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la
penetrará ningún intelecto humano ni angélico… La humanidad no