Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
164
hermano y amigo. Les confieso que su muerte me ha sorprendido y
la he sentido. Freddy era un ser bueno. La Víspera Monseñor
Di Marco me comunicó de la gravedad en que se hallaba en
intensivo, en el hospital. No dio tiempo para visitarlo.
Por eso no quisiera que al celebrar esta Eucaristía por el eterno
descanso de su alma, la nota dominante fuera la tristeza, ni siquiera
la muerte de Freddy, sino su pasión por la música; que no fuera la
muerte como algo inevitable, sino la celebración gozosa de la fe y
de la esperanza cristianas en la resurrección. Ni adiós para siempre.
Los que conocimos a Freddy sabemos que tenía una cita con Dios,
a la que no quiso faltar, para tocar su sinfonía en el gran concierto
en el cielo.
Descanse en paz.