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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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júbilo del Bautista: al oír Isabel el saludo de María, “el niño empezó

a dar saltos en su seno”. El Bautista goza, y hasta da saltos, porque

María lleva en su seno al Señor, a Jesús. No me resisto a leerles el

pasaje en el que San Ambrosio, en la lectura del oficio divino de

hoy, explica, magistralmente, el encuentro de Isabel y María:

“Isabel fue la primera en oír la voz, pero Juan fue el primero en

experimentar la gracia, porque Isabel escuchó según las facultades

de la naturaleza, pero Juan, en cambio, se alegro a causa del

misterio. Isabel sintió la proximidad de María, Juan la del Señor; la

mujer oyó la salutación de la mujer, el hijo sintió la presencia del

Hijo; ellas proclaman la gracia, ellos, viviéndola interiormente,

logran que sus madres se aprovechen de este don hasta tal punto

que, con un doble milagro, ambas empiezan a profetizar por

inspiración de sus propios hijos”.

“El niño salto de gozo y la madre fue llena del Espíritu Santo, pero

no fue enriquecida la madre antes que el hijo, sino que, después

que fue repleto el hijo, quedo también colmada la madre. Juan

salta de gozo y María se alegra en su espíritu. En el momento que

Juan salta de gozo, Isabel se llena del Espíritu, pero, si observas

bien, de María no se dice que fuera llena de Espíritu, sino que se

afirma únicamente, que se alegró en su espíritu (pues en ella

actuaba ya el Espíritu de una manera incomprensible); en efecto,

Isabel fue llena del Espíritu después de concebir; María, en cambio

lo fue ya antes de concebir, porque de ella se dice:

Dichosa que

has creído

”.

Un comentarista ha escrito que: “El Antiguo Testamento,

representado en el Bautista, el precursor del Señor, se encuentra

con el Nuevo Testamento, significado en el Nino, que María lleva en

sus entrañas.

“Se puede decir que en está escena esta retratada la humanidad

entera, que espera a Cristo, y saluda su llegada, porque

encontrándolo, comprende que era él al que esperaba sin saberlo.

Y añade el comentarista: El Hijo de Dios que se hace carne es la

fuente de la alegría porque dice la verdad a la que todo humano

esta llamado: ser hijo como él”.

Mientras la a la humanidad al Hijo de Dios, María nos enseña a res-

ponder con fe a la oferta divina.”Dichosa tú porque has creído”, le

dice Isabel. La fe de María se caracteriza por la adhesión a la

promesa de Dios, María esta totalmente segura de que Dios quiere

y sabe ser fiel a la palabra dada. María e Isabel saben dialogar