Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
161
sobre lo que Dios hace en ellas. Ninguna de las dos habla de sí, sino
de la otra, o de lo que Dios ha hecho. EL Magníficat brota de los
labios de María después de haber reconocido la obre de Dios en
ella.
María y su prima Isabel nos indican la actitud con la que hemos de
contemplar este acontecimiento. Tiene que ser una actitud de fe, y
de fe dinámica.
La fe de María, sumergida en el misterio que vamos a celebrar en
la Navidad, es una invitación a adentrarnos en los planes de Dios, a
tener una total disponibilidad al plan de Dios en cada uno de
nosotros.
Isabel, con sincera humildad, “quedo llena del Espíritu Santo; y
exclamando con gran voz dijo: “… ¿de donde a mi que la Madre
de mi Señor venga a mi? Nadie se lo había contado; solo la fe, el
Espíritu Santo, le había hecho ver que su prima era madre de su
Señor, madre de Dos.
Es, pues, con actitud de fe que hemos de vivir la navidad. Pero, a
imitación de María e Isabel, con fe dinámica, que nos lleve a
compartir alegrías y ayudar a los necesitados.
En la proximidad, en vísperas ya, les invito a vivir la navidad, a vivir
el misterio gozoso del nacimiento de Jesús en Belén, abiertos al
encuentro con Cristo, que siendo Dios se hizo hombre, y con fe
profunda, a imitación de María, y como María, estar dispuestos a
pronunciar, sin miedos, sin vacilaciones, sin tardanzas sí al plan de
Dios.
La persona es grande ante los ojos de Dios, no por lo que hace, sino
por el cumplimiento de la voluntad divina.