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pontificia universidad católica de puerto rico
Apreciado universitario:
A cada ser humano la vida le da la oportunidad de crecer en
su humanidad. Se crece internalizando en el corazón y en
el entendimiento unos valores, unos conocimientos y unas
destrezas con las cuales se contribuye a la calidad de vida de
los demás.
Cada uno de nosotros pertenece a una generación, a una
familia y a una sociedad que, en una forma u otra, han influido
en nuestra formación. Ahora te toca a ti. Te corresponde que,
en una proporción mayor que nunca antes, tomes control
sobre tu propia vida y puedas aportar, contribuir y responder
por tus actos u omisiones. La universidad es el producto
de siglos de esfuerzos y sacrificios de muchas generaciones.
No todos los seres humanos llegan a la universidad; por eso
llevas sobre tus hombros los sueños e ilusiones de otros que
no están aquí. Ese privilegio hay que usarlo en nombre de los
ausentes; en el respeto vital que merece la selección de unos
sobre el deseo de muchos.
Aprovecha esta oportunidad. No se repite. Amplía tus
conocimientos, porque así amplías tu libertad; pues la libertad
se da a base de tener opciones y lo que no se conoce no se
puede apreciar ni valorar. Ocúpate de que con tu vivencia
en estas aulas, puedas ver que la universidad pasó y entró
en ti y no que tú pasaste de largo por la universidad. Hay
quienes están pero no están, pues su corazón y pensamientos
no palpitan ni se entregan a la universidad. Para ser hay que
querer, y para querer hay que entregarse. Si quieres que la
universidad pase por ti, debes estar dispuesto a entregarte a
ella y a vivir apasionadamente sus momentos.
Horizontes nuevos que nunca imaginaste, identidad de
sentimientos con otros seres humanos que nunca conociste,
desarrollo de talentos que nunca pensaste tener, conocer
amigos que te hagan crecer, encontrar maestros que guíen y
abran tu entendimiento y sentir la emoción de causas nobles
a las que alegremente decidas entregar todo tu ser… a todo