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pontificia universidad católica de puerto rico
maravillosa de aportar a la humanidad.
Cada ser humano tiene sus habilidades propias. Descubrirlas
y desarrollarlas es tarea de la educación. En un mundo donde
las inteligencias múltiples son la orden del día, encontrar tu
habilidad natural y afinidad espiritual es lo fundamental. Lo
demás viene por añadidura.
La segunda gran misión de la universidad es desarrollar una
destreza particular para el mundo de las profesiones que
permita una aportación y una ubicación en el mundo del
trabajo.
El mundo nuestro nos da la oportunidad de escoger la
profesión. No todo el mundo tiene esa oportunidad. Ella
permite armonizar tus intereses y mejorar tus destrezas con
una carrera o especialidad. No apresures la decisión de la
vocación; a veces viene fácil y natural, a veces requiere mucha
meditación, discusión y análisis. Es mejor conocer primero
las alternativas y luego decidir; sin olvidar que esa selección
nunca es una cadena perpetua.
Muchas veces en la vida tendrás que tomar decisiones sin
contar con el beneficio de todos los elementos de juicio que
quisieras tener a tu disposición. Pero hay que atreverse. La
única manera segura de no triunfar es no intentándolo.
Ser universitario es atreverse a aventurar por mundos de
conocimientos y experiencias nuevas. Nadie nace sabiendo.
“Sólo el que está dispuesto a dejar de ver la orilla, descubre
nuevos mundos”. Más allá de tu profesión hay otros mundos
que dan dimensión a tu ser: tu iglesia, tu familia, tu música,
tus lecturas, tus organizaciones, tus intereses propios.
Tu profesión debe nutrir tu espíritu; debe darte energía en
tus horas de cansancio. Debe requerirte voluntariamente
la excelencia, pues te servirá de punto de apoyo para otros
quehaceres y definirá tu capacidad para trascender lo
ordinario y lo mediocre. Aquí te separas de los demás. Debe