homilía misa actos de juramentación y toma de posesión del hon. alejandro garcía padilla
como el décimo gobernador del estado libre asociado de puerto rico
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especialmente los pobres, por un gabinete presto al bien
común, que valore la vida, la familia y el matrimonio,
que procure el bien de sus ciudadanos, especialmente
los más vulnerables como lo son los menores de edad,
las mujeres y los ancianos, que sea un patrón justo
con sus empleados, honesto con sus ciudadanos, que
gobierne con benevolencia más que con tolerancia.
19. Hoy oramos también por nuestros legisladores y
legisladoras de la próxima Asamblea legislativa, para
que Dios les asista con su sabiduría y fortaleza en la
búsqueda de las soluciones a nuestros problemas más
apremiantes; para que ustedes sean instrumentos
de justicia, progreso, concordia y paz, y procuren la
reconciliación entre enemigos políticos.
20. De igual manera, oramos por nuestro Comisionado
Residente en Washington para que pueda abogar
por los mejores intereses de los puertorriqueños y
puertorriqueñas y para que, como en otrora dijo el
Obispo Arizmendi a Don Ramón Power, Diputado
ante las Cortes de Cádiz, “afirmar en sí la resolución
de proteger y sostener los justos derechos de sus
compatriotas…».
(CABILDO DE LA CATEDRAL, Actas
capitulares, IX, f. 63)
21. Oramos también por las alcaldesas y alcaldes quienes
tendrán a cargo la tarea de dirigir los gobiernos
municipales, gobiernos tan necesarios pues son los
funcionarios públicos más cercanos a los ciudadanos.
22. Oramos, al igual que lo hemos hecho en el pasado, para
que este sea un cuatrienio de paz y concordia. Con la
oración de todos y todas, y el esfuerzo mutuo y colectivo,
Puerto Rico será un mejor sitio para vivir, y podamos
decir jubilosos con el salmista: “Dichosa la nación cuyo
Dios es el Señor.”
23. Finalmente, hoy oramos a Dios para que conceda a
quienes han sido elegidos para gobernar la Patria
en tiempos tan difíciles, el don de la sabiduría, de la
serenidad, de la perseverancia y sobre todo, un espíritu
de servicio inquebrantable en la noble y ardua tarea de
gobernar y administrar. ¡La oración en todo momento
es indispensable!