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Mensaje del Decano de la

Escuela de Derecho

En el proceso de admisión a la Escuela de Derecho, durante las

entrevistas, siempre indago sobre las razones para querer iniciar los

estudios legales. Una respuesta común es el deseo de entender el

funcionamiento de nuestro sistema legal y de servir como agentes de

cambio y transformación social, utilizando el Derecho como herramienta

para ello. Así como en el momento y las circunstancias del proyecto

constitucional puertorriqueño, “cronos” y “kairos” a los que se refiere

el profesor Héctor Luis Acevedo en el presente ensayo, fue necesaria

una visión del entramado jurídico que propiciara la justicia social y el

desarrollo de nuestro pueblo, hoy es imprescindible un compromiso por

el bien común y el progreso del Derecho para garantizar la dignidad del

ser humano y nuestro crecimiento colectivo. Precisamente ese debe ser

el propósito de todo orden jurídico.

El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de la vida

social, con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones puedan

lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección. (Juan XXIII,

Pacem in Terris n. 58) En esta concepción, el bien común no es la suma

de los bienes de cada uno de los miembros de la sociedad ya que ese bien

es indivisible y solo con la colaboración de todos puede ser alcanzado,

aumentado y protegido. (Comp. DSI, n. 164). Por ello Santo Tomás

de Aquino llega a afirmar que la esencia de la ley “no es más que una

prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel

que tiene el cuidado de la comunidad.” (Suma Teológica, cuestión 98)

Hoy, al igual que a lo largo de toda nuestra historia política y

constitucional, la pregunta y las circunstancias que enfrentamos tienen,

en el centro, la crisis de qué tipo de sociedad construimos y en interés