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alocución de s.e.r. carlos cardenal amigo vallejo, ofm

pontificia universidad católica de puerto rico

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creencias. Otros son indiferentes o ateos, pero todo lo humano les

interesa. Podemos, pues, hablar del atrio y foro de los gentiles y de

los creyentes, de los humanistas y de los indiferentes.

Muchos reconocen que no pertenecen a religión alguna -dice

Benedicto XVI -pero desean un mundo más libre, más justo y

más solidario, más pacífico y, en definitiva, más feliz. Los ateos

interpelan a los creyentes y les exigen coherencia entre la fe que

profesan y el testimonio de su propia vida. Los creyentes insisten en

que Dios no puede estar ausente de las grandes cuestiones de nuestro

tiempo. Será, pues, necesario construir nuevos puentes para un

diálogo en el que hay que afrontar con sinceridad los grandes retos y

problemas que presenta a la fe y la razón el mundo contemporáneo

(

Videomensaje a la velada conclusiva del “Atrio de los gentiles”. París, 25-3-11

).

En este foro de los creyentes, y referido a los católicos, es importante

subrayar la necesaria unidad entre aquello que en lo que se cree

y la coherencia en el comportamiento. Para los católicos son

inseparables el conocimiento y aceptación de la palabra de Dios,

la vida sacramental, la práctica de la caridad, la participación y

el testimonio. Una fe sin caridad es impensable. Si falta la vida

sacramental se carece de vida y de motivación. El culto sin el

testimonio es ritualismo.

El católico es muy consciente de que su fe no sólo no le aparta de los

problemas y realidades de este mundo, sino que ha de ofrecerse para

ser instrumento de apoyo y ayuda a las grandes causas del hombre,

como son la paz, la justicia, la defensa de los derechos humanos, el

trabajo, la libertad religiosa, la familia…

Benedicto XVI ha invitado a abrir un nuevo “patio de los gentiles”

que sea espacio de diálogo y de escucha para aquellos que tienen

preguntas que hacer y están en búsqueda y espera de una respuesta

convincente. La imagen recuerda la explanada del templo de

Jerusalén para que todos pudieran acudir y hablar de las cosas de

Dios.

En este atrio de los gentiles no habrá cátedra, ni tendrá carácter

académico, ni una finalidad estrictamente pastoral. Se trata de un

encuentro con amplios horizontes, atento a lo que cada uno puede

ofrecer a su interlocutor. En este atrio de los gentiles cabe también

un espacio para la indiferencia y el humanismo.

Quizás este espacio universitario sea uno de los más concurridos por

aquellos hombres y mujeres a los que lo subjetivo y la relativización

han secuestrado el deseo de encontrar la verdad, y en consecuencia,