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pontificia universidad católica de puerto rico
victimizadas de otras tantas obras literarias.
Lasmujeres escritoras, periodistas, artistas de todasmanifestaciones
e intelectuales, cuestionan desde su intimidad y hacia afuera, la esencia
de la condición de las mujeres. Con el fin de derrumbar la opresión y
permitir que resurjan las mujeres en su diversidad y su complejidad,
junto con sus contradicciones. “Yo misma fui mi ruta”, afirmó Julia de
Burgos (1914-1953), mientras que ese camino se despejaba con lucha,
con resistencia y transgresión. La mayoría de las veces se logró, a través
de la negociación con la tradición.
A su vez, en la primera obra literaria escrita y producida en Puerto
Rico, Aguinaldo Puertorriqueño (1843), participó la primera poetisa
María Bibiana Benítez, tía de otra destacada poetisa, Alejandrina Benítez
de Gautier, madre del poeta de la patria José Gautier Benítez. Desde
María Bibiana en el siglo XIX, se pueden contar por decenas las buenas
poetisas boricuas. Entre las que se destacan las siguientes: Trina Padilla
de Sanz, Fidela Matheu, Lola Rodriguez de Tió, y luego, con dedicación,
Carmelina Vizcarrondo, María Alicia Cadilla, Nimia Vicéns, Violeta
López Suria, y con pasión, Julia de Burgos y Clara Lair, Marina Arzola,
Ángela María Dávila, Olga Nolla, Rosario Ferré, Luz Ivonne Ochart, Elsa
Tió, Vanessa Droz y Etnairis Rivera, entre otras. Es poesía bien pensada
y sentida.
Por otro lado, en la ensayística puede mencionarse a Concha
Meléndez, Nilita Vientós Gastón, Margot Arce Vázquez, Piri Fernández
de Lewis; todas intelectuales de renombre internacional, quienes también
se destacaron en la docencia universitaria.
En la novelística se distinguen entre otras, Carmela Eulate Sanjurjo,
Ana Roqué, Marigloria Palma, Ana Lydia Vega, Marta Aponte Alcina,
Mayra Montero, Mayra Santos Febres y muchas más. En la dramaturgia,
la cuentística, las memorias, en todos los géneros literarios las mujeres
estamparon su sello. De manera similar, en el teatro, las mujeres
participaron desde temprano en la formación del pueblo puertorriqueño.
Desde la obra dramática de Carmen Hernández de Araujo (siglo XIX), al
teatro de la calle de las obreras Franca de Armiño y Luisa Capetillo, a
principios del siglo XX, pasando por las obras de Piri Fernández y Myrna
Casas, hasta las teatreras de finales del siglo XX. En la representación, las