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la convocatoria de una semilla:

fundamentos y dinámicas del desarrollo constitucional de puerto rico

caminos de rumbo incierto, plagado de esperas interminables, avances

comedidos y retrocesos desalentadores, giros, tumbos y caídas, renovada

esperanza y sueños rotos».

1

Esa es quizá la naturaleza de la vida política.

Se entiende que, al repasar las luchas políticas del País y las de los

doscientos años anteriores, se sabe que las batallas son muchas y que los

resultados siempre son temporales; por eso es preciso recordar la cita que

se posaba sobre el hombro de un joven gobernador y que decía:

«En la

actividad política los hombres navegan por un mar sin fin y sin fondo, no

hay puerto, ni refugio, ni suelo, ni anclaje, ni punto de partida, ni punto

de llegada. La empresa es mantenerse a flote con el timón firme». Y el

joven gobernador añadía: “[…] No hay victorias finales en política. Cada

época presenta nuevos retos y exige nuevas luchas”.

2

Si se atienden estas lecciones, que obligan a estudiar sin pretensiones de

perfección, podría decirse que la historia puede cambiarse, que el destino

político es quehacer de seres humanos,

3

y que nuestra historia justifica

esa aseveración.

Al comenzar el análisis del entorno político puertorriqueño, se observan

unas constantes que se ilustran con la historia. Los desarrollos políticos

en Puerto Rico, y en muchos lugares del mundo, corren de la mano de tres

circunstancias:

• Las crisis internacionales que afectan a las metrópolis tienen un

efecto multiplicador, a veces insospechado, en la vida política de

Puerto Rico. Así sucedió con:

• la invasión de Francia a España, conflicto que provocó

primero las Cortes de Sevilla y, luego, las de Cádiz, con la

participación de 28 delegados de América, 280 de España

y el primer constituyente puertorriqueño;

4

• las tensiones del preludio de la guerra Hispanoamericana

1 José Trías Monge,

Historia constitucional de Puerto Rico

, Tomo I, Río Piedras, Puerto Rico: Editorial

Universitaria, (1980), p. 1

2 Rafael Hernández Colón,

Retos y luchas

, San Juan, (1991), p. 346.

3 Al final de su discurso inaugural de dieciséis minutos, el presidente John F. Kennedy expresó un pensamiento

similar: “With a good conscience our only sure reward, with history the final judge of our deeds, let us go

forth to lead the land we love, asking His blessing and His help, but knowing that here on earth God’s work

must truly be our own”.

4 José Trías Monge,

Historia constitucional de Puerto Rico, Tomo I, supra

, pp. 34-35. La participación de

los delegados americanos fue aumentando con el transcurso de las Cortes y consiguiendo su igualdad

proporcional al ponerse en vigor la Constitución.