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la convocatoria de una semilla:
fundamentos y dinámicas del desarrollo constitucional de puerto rico
y capitanes generales, tenían una cadena de mando unificada y de pronta
reacción, lo que junto a las armas y a las enfermedades, fueron claves en
el domino de la población indígena.
Los capitanes generales tenían todo el poder político, judicial y militar
en la jurisdicción. Respondían directamente al rey y al Consejo de
Indias. Podían suspender las ordenanzas reales y confirmaban a los
alcaldes. Constituían un poder casi total y, en ocasiones, les dieron
facultades omnímodas o ilimitadas. Su único límite era la Audiencia, la
cual ocupaba una posición superior en asuntos judiciales. Cuando los
gobernadores interfirieron con los poderes de la Audiencia Territorial,
fueron depuestos, tal como sucedió con Prim en 1848, Marchesi en 1867
y Palacios en 1887. Puerto Rico estuvo bajo la jurisdicción de la Audiencia
de Santo Domingo de 1511 a 1800 y, luego, bajo la Audiencia de Puerto
Príncipe, en Cuba.
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Más tarde, a petición de Power y Giralt, pasó a la
Audiencia de Caracas por un breve tiempo.
La colonización, que comenzó como una búsqueda de nuevos mercados
y productos, se transformó en una plaza de un estratégico valor militar y
de importación de materias primas y productos agrícolas. Con el tiempo,
fueron desarrollándose como colonias de asentamiento de excesos de
población ante la pobreza y el caos de la metrópoli.
Puerto Rico fue una colonia pobre, con un férreo control militar ante las
invasiones y con una economía que requería de subsidios de España por
medio del virreinato de México. De este periodo inicial, se identifican
unas controversias que subsisten hasta nuestros días: la lucha entre los
alcaldes y gobernadores por la distribución del poder (presagiadas por el
drama entre caciques y gobernadores), la presencia de subsidios externos
(desde el situado mexicano hasta el programa de cupones de alimentos) y
la tensión entre las lealtades locales y las de la metrópoli.
Con sus alzas y bajas y las invasiones corsarias y extranjeras, la Isla
formó parte del Imperio español desde 1493 hasta 1808. En 1808 las
cosas cambiaron para siempre. La metrópoli se debilitó al perder su
hegemonía y gran parte de sus colonias. La identidad puertorriqueña
nació distanciada y diferente de la española, aunque coincidente en sus
espacios y lealtades concurrentes. El rol protagónico lo ocuparon las
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Ibíd.
, p. 16.