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pontificia universidad católica de puerto rico
El «reino en orfandad» no quedó en el lamento, sino que trazó rumbos
revolucionarios en el pensamiento y en la acción política. Abrió caminos
de participación, separación de poderes, democracia y gobiernos
limitados. La Constitución de Cádiz de 1812 reflejó, a la distancia de 200
años, un salto cualitativo en sus dos continentes, aunque muy tarde y
débil para contener grandes separaciones. La fragilidad de su existencia
política y militar invitó a las luchas criollas por la independencia y por los
reclamos de justicia y las prioridades de sus otras Españas.
La convocatoria a enviar delegados a la Junta Gobernativa transformó
la vida de Puerto Rico para siempre. Los que antes dictaban ahora
convocaban. Los que vivían del silencio comprimido encontraban ahora
su voz y su verbo de justicia de manera que parecían naturales. Lo que
antes se clasificaba de insubordinación y traición, entonces era el ejercicio
legítimo de lealtades compartidas. Se podía ser buen español siendo
mejor puertorriqueño. Era una revolución del espíritu que la sentían
unos y a otros se les escapaba.
Power sabía de qué se trataba. El primer obispo puertorriqueño Juan
Alejo de Arizmendi sabía de qué se trataba. Se unió la patria con sus
hijos. Fueron los primeros patriotas puertorriqueños. Al despedir a
Power ocurrió el hecho simbólico del nacimiento de la identidad propia
de un pueblo con conciencia y entendimiento de su ser. Los de aquí, la
conciencia de sí, del término
compatriota
, que adquirió en ese momento
vida propia y contornos delineados por el sentido colectivo de un pueblo
definido como tal. Las lealtades dilatadas cobraron sus contradicciones.
En esa despedida a Power, según nuestro gran historiador don Lidio Cruz
Monclova, se gestó un momento sin igual:
La ceremonia que había de adquirir particular significación histórica se
verificó en la iglesia Catedral a las diez de la mañana del 16 de agosto
(1809); y a la misma, además de numerosísima concurrencia oficial en la
que figuraba el brigadier Meléndez y otros altos funcionarios militares y
civiles, asistieron nutridas representaciones de la sociedad criolla, siendo
Power recibido con notoria deferencia por el cabildo en pleno.
Iniciada la ceremonia hizo uso de la palabra Power y Giralt, quien
con sobria pero vehemente elocuencia, habló sobre los deseos que le
animaban respecto de sus compatriotas, los naturales de Puerto Rico, y