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la convocatoria de una semilla:

fundamentos y dinámicas del desarrollo constitucional de puerto rico

halló con pocos edificios y siembras en sus tierras optó el partido de

abandonarlas por la misma razón que las dejaba, no halló quien se hiciera

cargo de ellas.

Todas ellas reclamaban medidas económicas, educativas y de justicia a

los agricultores. En nombre de la lealtad profesada al rey, le reclamaban

su buen gobierno y su gestión justiciera, de igualdad y trato digno. La

destacada académica Silvia Álvarez Curbelo nos regala un ensayo sobre

estas Instrucciones tocado por la magia de la palabra. La primera de

estas, la de San Germán, es en la que se hace alusión a la posibilidad de

rumbos independientes. Sobre esto expresó lo siguiente:

Primeramente debe protestar que esta Villa reconoce y se sujeta a dicha

Suprema Junta Central ahora y en todo tiempo que gobierne en nombre

de Nuestro muy Amado, Augusto y Dignísimo Rey el señor Don Fernando

Séptimo y su Dinastía; pero si por Disposición Divina (lo que Dios no

permita) se destruyese ésta y perdiere la Península de España, quede

independiente esta isla y en libre arbitrio de elegir el mejor medio de la

conservación y subsistencia de sus habitantes en paz y religión cristiana.

¿Qué de viejo, que de nuevo hay en esta instrucción que se toma

por muchos como una primera clarinada por la independencia, una

afirmación de nacionalidad? De viejo, una identidad regional cuajada a

lo largo de los siglos por la distancia con San Juan y la indiferencia de la

metrópoli. De nuevo, una densificación del regionalismo al calor de lo

que Humboldt, el científico y humanista alemán, apreció en su viaje a

América a principios de siglo: una creciente

conciencia de sí

en las colonias

españolas. Este sentimiento remite a muchas convergencias: una mayor

suficiencia económica; el desplazamiento gradual de la defensa colonial

a las fuerzas locales; la pedagogía de los jesuitas que aquí no se da; y el

peso poblacional.

Aunque Puerto Rico está distante de los índices económicos mexicanos y

hasta de los índices cubanos, la incipiente conciencia de sí no es aquí algo

etéreo, no es un cendal flotante. Está ligada, si nos atenemos a los textos

de las Instrucciones, especialmente la de San Germán, pero también más

veladamente en el resto, a un convencimiento de que muchos de los males

que padece la Isla, a pesar de su feracidad natural y el esfuerzo de sus

habitantes, se deben al arbitrio de quienes la han gobernado, que si no