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mujer: cinco roles en la sociedad actual puertorriqueña
acuñarse a finales de los años 70 para cuestionar el concepto de pobreza,
sus indicadores, sus métodos de medición, y señalar un conjunto de
fenómenos que, dentro de la pobreza, afectaba con mayor frecuencia a las
mujeres. Se popularizó a principio de los 90. Especialmente, mediante
investigaciones de organismos de las Naciones Unidas. El concepto
cuenta con varios significados, algunos de los cuales no concuerdan
completamente con su noción implícita de cambio. En el debate que
desde entonces se viene planteando, se han propuesto diversos conceptos
o sentidos de la expresión, llegando a sugerirse su sustitución por otras
expresiones como feminización de las causas de la pobreza, feminización
de las obligaciones y responsabilidades (Lucía, 2011).
En la década de los 80 el término de “feminización de la pobreza”,
se designa para cuestionar conceptos, indicadores y mediciones de la
pobreza que impedían ver que había una mayor cantidad de mujeres
pobres que de hombres. Una pobreza femenina más aguda que la de
los hombres y una tendencia a un aumento más marcado de la pobreza
femenina relacionada con el aumento de los hogares con jefatura
femenina. Desde entonces, estos indicadores se vienen cuestionando
en el debate sobre la “feminización de la pobreza”. Concretamente se
ha discutido que la jefatura del hogar sea un buen indicador de pobreza.
A pesar de las investigaciones que se llevaron a cabo, el impacto del
concepto feminización fue bastante más limitado en la práctica, porque
no fue seguido por suficientes estudios empíricos y porque se centró en
dos indicadores: “las mujeres jefas de hogar” y la “maternidad precoz”.
En la
IV Conferencia de las Naciones Unidas sobre la mujer
, celebrada
en Beijing en 1996, se afirmó que el 70 por ciento de los pobres del
mundo eran mujeres. En esta Conferencia se acordó que la Plataforma
de Acción dedicaría una de las doce áreas críticas a la erradicación de la
pobreza que enfrentaban las mujeres. Sin embargo, las Naciones Unidas
reconocieron en el 2009 que las crisis financieras y económicas tenían
efectos particulares sobre las féminas. Por lo que, constituían una carga
desproporcionada para las mujeres, en particular las mujeres pobres,
migrantes y pertenecientes a minorías. Los recortes del gasto público
en el sector social incidían negativamente en la economía asistencial,
agravando las responsabilidades hogareñas y asistenciales de las mujeres.
La Comisión reconocía la necesidad de integrar desde los marcos
macroeconómicos, un análisis de las políticas económicas y auditorías.