107
mujer: cinco roles en la sociedad actual puertorriqueña
de análisis y la población incluida en cada grupo, y lógicamente tienen
distintos significados. Por lo tanto, existen motivos para tener en cuenta
a ambos.
De igual forma, el objetivo de los indicadores basados en la jefatura
de hogar es demostrar qué le sucede a grupos específicos, vulnerables, de
mujeres y a sus familias. Por lo tanto, la unidad de análisis es el hogar.
La población estudiada incluye a hombres y mujeres, niños, que viven
en dichos hogares. Pero, excluye a mujeres y hombres que vivan en otro
tipo de hogares. Los indicadores de pobreza entre las mujeres separan
completamente a hombres y mujeres como individuos e incluyen o
excluyen de sus totales a los niños como un grupo de género. Al intentar
determinar la feminización de la pobreza, es posible que la interpretación
de los resultados obtenidos mediante indicadores individuales de pobreza
no sea precisa. Dado que la pobreza generalmente se mide a nivel de
hogares, la pobreza masculina está intrínsecamente relacionada con la
pobreza femenina y viceversa (Lucía, 2011).
A su vez, la feminización de la pobreza también puede ser definida
comounaumentoen laproporcióndemujeresuhogares a cargodemujeres
entre los pobres. En contraposición a esta propuesta, esta definición se
centra en los cambios enel perfil de los pobres ynoen losniveles depobreza
dentro de los grupos de género. De este modo, presenta una desventaja
potencial. Es difícil, entonces, interpretar los resultados a partir de este
enfoque, ya que los indicadores de feminización de la pobreza se pueden
ver afectados por cambios en la composición demográfica de la población.
Por ejemplo, el empobrecimiento de los hogares a cargo de mujeres puede
verse contrarrestado por una disminución en el número total de dichos
hogares. Por lo tanto, el resultado en materia de feminización puede ser
cero. La definición que se propone en este trabajo incorpora indicadores
que no se ven afectados por estos efectos de composición, los cuales se
pueden analizar por separado.
Por otro lado, la feminización de la pobreza combina dos fenómenos
moralmente inaceptables: pobreza y desigualdades basadas en el género.
Por consiguiente, merece especial atención por parte de los encargados
de formular políticas, determinar la asignación de recursos para medidas
en favor de la equidad de género o de lucha contra la pobreza. Si la
pobreza no se feminiza, los recursos pueden ser redirigidos a otros tipos