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mujer: cinco roles en la sociedad actual puertorriqueña

de análisis y la población incluida en cada grupo, y lógicamente tienen

distintos significados. Por lo tanto, existen motivos para tener en cuenta

a ambos.

De igual forma, el objetivo de los indicadores basados en la jefatura

de hogar es demostrar qué le sucede a grupos específicos, vulnerables, de

mujeres y a sus familias. Por lo tanto, la unidad de análisis es el hogar.

La población estudiada incluye a hombres y mujeres, niños, que viven

en dichos hogares. Pero, excluye a mujeres y hombres que vivan en otro

tipo de hogares. Los indicadores de pobreza entre las mujeres separan

completamente a hombres y mujeres como individuos e incluyen o

excluyen de sus totales a los niños como un grupo de género. Al intentar

determinar la feminización de la pobreza, es posible que la interpretación

de los resultados obtenidos mediante indicadores individuales de pobreza

no sea precisa. Dado que la pobreza generalmente se mide a nivel de

hogares, la pobreza masculina está intrínsecamente relacionada con la

pobreza femenina y viceversa (Lucía, 2011).

A su vez, la feminización de la pobreza también puede ser definida

comounaumentoen laproporcióndemujeresuhogares a cargodemujeres

entre los pobres. En contraposición a esta propuesta, esta definición se

centra en los cambios enel perfil de los pobres ynoen losniveles depobreza

dentro de los grupos de género. De este modo, presenta una desventaja

potencial. Es difícil, entonces, interpretar los resultados a partir de este

enfoque, ya que los indicadores de feminización de la pobreza se pueden

ver afectados por cambios en la composición demográfica de la población.

Por ejemplo, el empobrecimiento de los hogares a cargo de mujeres puede

verse contrarrestado por una disminución en el número total de dichos

hogares. Por lo tanto, el resultado en materia de feminización puede ser

cero. La definición que se propone en este trabajo incorpora indicadores

que no se ven afectados por estos efectos de composición, los cuales se

pueden analizar por separado.

Por otro lado, la feminización de la pobreza combina dos fenómenos

moralmente inaceptables: pobreza y desigualdades basadas en el género.

Por consiguiente, merece especial atención por parte de los encargados

de formular políticas, determinar la asignación de recursos para medidas

en favor de la equidad de género o de lucha contra la pobreza. Si la

pobreza no se feminiza, los recursos pueden ser redirigidos a otros tipos