ponencia especial de mons. daniel fernández torres,
obispo de la diócesis de arecibo
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juego su desarrollo integral y su autonomía personal. Hay diferencias
significativas innatas entre mujer y hombre, dictadas por los genes y
las hormonas que vanmás allá de la anatomía básica. Estas diferencias
son evidentes y exclusivas, e influyen de manera única en el desarrollo
del menor. Cónsono con lo anterior, el Estado no puede legitimar
que nadie,
absolutamente nadie
, reclame a los menores para sí como
objetos de un derecho al palio de una guerra de sexos o ideologías de
género. Estoy convencido que el bienestar del menor y, por tanto, los
derechos del niño están sobre cualquier derecho que en este contexto
pretenda reclamar el adulto”.
Ya bien lo resumía el Papa Emérito, “ninguna ley hecha por los
hombres puede subvertir la norma escrita por el Creador, sin que
la sociedad quede dramáticamente herida en lo que constituye su
mismo fundamento basilar. Olvidarlo significaría debilitar la familia,
perjudicar a los hijos y hacer precario el futuro de la sociedad”
9
.
En el caso en particular que nos ocupa, una vez más recuerdo que
dejó evidenciado el vacío que tiene nuestro ordenamiento legal de
reconocer el derecho natural de todo niño a un papá y a una mamá
de frente a las técnicas de procreación asistida. Al respecto, concluía
el Papa Emérito que “no todo lo que es científicamente factible es
también éticamente lícito. La técnica, cuando reduce al ser humano
a objeto de experimentación, acaba por abandonar al sujeto débil al
arbitrio del más fuerte”
10
.
Ya son miles los testimonios de los niños nacidos de donantes
anónimos en el mundo entero que ahora, en la juventud y en la
adultez, gastan su vida buscando quiénes son sus padres biológicos
y quiénes son sus hermanos. Otros, reconocen haber pasado del
“odio” a las personas del sexo del progenitor que le fue negado, a la
aceptación de cuán importante es el amor incondicional de papá y
mamá durante el desarrollo
11
.
9 SS Benedicto XVI. Lunes, 12 de febrero de 2007.
10 Ibid.
11 Ver: Elizabeth Marquardt, Norval Glenn y Karen Clark. “My Daddy’s
name is donor” (2010); Además, el Donor Sibling Registry tiene a más de
38,000 personas registradas en busca de su familia biológica (
https://www.
donorsiblingregistry.com/); Ver testimonio en: “El trauma de los nacidos
de donantes anónimos”. El Visitante, 18 de julio de 2010 (año 36, núm. 29).