ponencia especial de mons. daniel fernández torres,
obispo de la diócesis de arecibo
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Como podrán notar, la discusión del tema aborda aspectos sobre
los que la Iglesia Católica se ha expresado firme y claramente: (1) El
derecho natural del niño a tener un padre y una madre, (2) la ley
natural y su defensa contra los postulados de la ideología de géneros y
(3) el inseparable nexo entre la ley y la verdad sobre el hombre, versus
el positivismo jurídico y el relativismo. De ellos, la protección de la
estructura natural de la familia y el derecho natural de todo niño a
tener un padre y una madre han sido claramente establecidos como
puntos “no-negociables” para los católicos.
Pero la Iglesia no se expresa porque lo haya inventado, o creado,
sino porque son verdades evidentes a la razón, inscritas en la misma
naturaleza del hombre y, por lo tanto, comunes a toda la humanidad.
No son verdades de fe, sino que la fe lo defiende porque se trata de la
verdad sobre el ser humano, accesible a la razón.
Decía el Papa Emérito Benedicto XVI, en su Discurso a los
Participantes en un Congreso sobre la Ley Moral Natural
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que “El
hecho de que la naturaleza, el ser mismo ya no sea transparente
para un mensaje moral crea un sentido de desorientación que hace
precarias e inciertas las opciones de la vida de cada día”. Explicaba
que precisamente por ello, se hace más urgente “reflexionar sobre el
tema de la ley natural y de redescubrir su verdad común a todos los
hombres”.
“La ley natural es la fuente de donde brotan, juntamente con
los derechos fundamentales, también imperativos éticos que
es preciso cumplir. En una actual ética y filosofía del derecho
están muy difundidos los postulados del positivismo jurídico.
Como consecuencia, la legislación a veces se convierte sólo en un
compromiso entre intereses diversos: se trata de transformar en
derechos intereses privados o deseos que chocan con los deberes
derivados de la responsabilidad social. En esta situación, conviene
recordar que todo ordenamiento jurídico, tanto a nivel interno
como a nivel internacional, encuentra su legitimidad, en último
término, en su arraigo en la ley natural, en el mensaje ético inscrito
en el mismo ser humano. La ley natural es, en definitiva, el único
baluarte válido contra la arbitrariedad del poder o los engaños de
la manipulación ideológica… La ley inscrita en nuestra naturaleza
es la verdadera garantía ofrecida a cada uno para poder vivir libre y
respetado en su dignidad”.
En esa línea, se expresó el juez asociado Edgardo Rivera García
en su Opinión en Conformidad del caso que nos trae hoy a este
1 SS Benedicto XVI. Lunes, 12 de febrero de 2007.