ponencia especial de mons. daniel fernández torres,
obispo de la diócesis de arecibo
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Sí, el niño tiene derecho a crecer con sus padres, papá y mamá.
Este derecho natural del niño no se lo otorgaron las leyes, ni la
Declaración de la Organización de las Naciones Unidas, por muy
internacional que sea, sino su propia naturaleza humana.
Como mencioné el pasado 18 de febrero frente al Capitolio, “A pesar
de que el ser humano ha querido engañarse a sí mismo, queriendo
ser su propio creador, aún no ha podido sobrepasar la naturaleza
misma de las cosas: cada célula de su cuerpo lleva inscrito su sexo
genético y para poder procrear una vida, no se puede prescindir de
la dualidad de la aportación genética femenina y de la masculina.
Sólo de un hombre y de una mujer puede nacer una nueva vida. Y
se ha demostrado que esta nueva vida necesita de la presencia de
ambas figuras, paterna y materna, para el armónico desarrollo de
su personalidad”.
El vacío en las leyes que no reconocen este derecho natural
fundamental del niño a tener un padre y una madre, derecho que
la misma naturaleza le otorga, ha provocado que se propicie la
violación de este derecho fundamental, permitiendo que personas
puedan acceder a la compra de espermatozoides, óvulos y alquiler de
vientres para procrear niños a quienes deliberadamente se les niega
la posibilidad de tener un papá y una mamá.
En casos como el que nos compete en la decisión del Tribunal
Supremo de Puerto Rico (A.A.R. Exparte), muchas veces a los niños
deliberadamente se les niega su derecho a conocer quién es su padre
y, por extensión, quienes son sus hermanos biológicos que sean hijos
de su mismo padre, desde el momento en que decidieron por él o por
ella que no lo tendría, al recurrir a la compra de espermatozoides.
Cabe destacar que el menor es una persona, sujeto de derechos.
No existe un derecho a la adopción por parte de los adultos, pues
no existe el derecho a poseer una persona. En principio, hay que
proteger el derecho de la persona a quien, en primera instancia, le fue
negado un derecho fundamental, y que ahora se le quiere arrebatar
de forma definitiva la posibilidad de llegar a tenerlo a través de una
figura como la adopción.
Reitero que el derecho natural de todo niño a un padre y una madre
no dependen del estado, sino de la misma naturaleza de las cosas.
En esa línea, ya el Tribunal Supremo de Puerto Rico ha tenido luces
en el reconocimiento de la estructura natural de la familia, como
beneficiosa para el mejor bienestar del menor.
Por ejemplo, en el caso Pérez Vega versus Procuradora Especial de
Relaciones de Familia (99TSPR64), el Tribunal Supremo de Puerto