fundamental que es la
intimidad
inefable de la vida religiosa
que ocurre secretamente entre un alma y el Espíritu. Es en
esa intimidad donde se derrama la energía amorosa con que
el Espíritu riega estos dispositivos en el hombre para que
responda ágil y prontamente a sus inspiraciones. Como
ocurre también con las virtudes del carácter en la vida moral,
que producen una disposición o inclinación de los apetitos
para que sigan la dirección de la razón. Los dones sensibilizan
las facultades para escuchar al Espíritu. Las virtudes
sensibilizan los apetitos para escuchar la dirección de la ra-
zón. Es el sentido, en un caso, de la vida ética y, en el otro, de
la vida mística.
Creo que el mundo en que vivimos no es un mundo de
intimidades. Estamos tan volcados hacia el exterior,
especialmente hacia la riqueza, el poder y la fama, que no hay
tiempo ni visión para advertir lo que el Maestro Eckhart
(1260-1327) decía tan sabiamente: “Dios está muy cerca de
nosotros, pero nosotros estamos distanciados de Él. Dios está
en nosotros, pero nosotros estamos fuera de nosotros. En
nosotros Dios está en su casa, pero allí nosotros somos como
extraños”
19
.
Hay que volver a nuestra casa interior, como dice el Maestro
Eckhart y también Santa teresa de Jesús; ahí está el Espíritu
Santo para orientarnos y guiarnos con sus dones, esos dones
que hoy son dones olvidados. Debiéramos tener presente
estas palabras del evangelio: “donde está tu tesoro, ahí está tu
corazón”.
27 de enero de 2010
Anfiteatro Mons. Vicente Murga
Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
Ponce, Puerto Rico
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Eckhart de Hochheim, J (2002)
Vida eterna y conocimiento divino,
Deva's, Buenos Aires, p. 94ss