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mujer: cinco roles en la sociedad actual puertorriqueña

a través de la dimensión de esposa donde se complementa el rol de madre.

Por lo que, ser madre, significa “acoger, gestar, nutrir y promover” una

nueva vida. Es aquí donde surge la vocación de guardiana y defensora de

la vida en toda la sociedad. Es a través de estas dimensiones, donde se

comienza la transmisión de la fe.

La primera dimensión es la de mujer esposa.

“Por eso dejará el hombre

a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola

carne”

. Al ser esposa, lo femenino se convierte en símbolo de lo humano.

La mujer casada es “el corazón de la familia y el alma del hogar” (Stein,

1998). A su vez, el ser esposa está íntimamente relacionado con su tarea

de madre.

De igual forma, está la segunda dimensión, la de la maternidad. En

su papel de madre, “la mujer es el signo natural de la fecundidad de Dios

en el mundo” (Suazo, 2015). Gracias a la maternidad, la humanidad

continúa. Así que, “la mujer es la puerta de la vida por la que Dios entra

al mundo”. A pesar de que el mundo ha cambiado en todos los aspectos,

lo único que se mantiene intacto es la maternidad. “Siempre es la mujer

la que concibe, lleva en su seno y da a luz a los hijos de los hombres”

(Suazo, 2015).

Es a través de la maternidad que la mujer representa una apertura

especial hacia el nuevo ser que se gesta en su vientre. Lo que constituye

el don de la disponibilidad interior. Esa disponibilidad de aceptar al hijo,

de traerlo al mundo. Por tanto, “la maternidad está unida a la estructura

personal del ser mujer y a la dimensión personal del don” (san Juan

Pablo II, 1988). La maternidad está íntimamente ligada a la dimensión

de esposa.

Por consiguiente, “la maternidad conlleva una comunión especial

con el misterio de la vida que madura en el seno de la mujer”. De manera

que, la madre acepta y ama a su hijo desde la concepción. Así, la mujer

se convierte en la primera educadora de su hijo. Son las madres las que

hacen crecer a los hijos, en especial en los valores y en la fe. Unida esta

maternidad con la Alianza de Dios establecida por la Madre de Dios (san

Juan Pablo II, 1988). Por eso, san Juan Pablo II (1995b), expresó que es

necesario “reconocer, aplaudir y apoyar con todos los medios posibles la

presencia de la madre en la familia, tan importante para la estabilidad y