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pontificia universidad católica de puerto rico

profesional de la mujer (Stein, 1998).

Por lo que, para que la mujer realice su vocación por la castidad y la

vida consagrada no tiene que entrar a una orden religiosa. “Como madre

en el hogar, o bien ocupando un puesto preeminente en la vida pública,

o viviendo detrás de los muros silenciosos de un claustro, dondequiera

debe ser una sierva del Señor”. Así pues, la mujer realizará su vocación

femenina (Stein, 1998).

Por otro lado, la mujer-esposa-casta se manifiesta a través de las

comunidades religiosas de vida apostólica. En especial las de vida

contemplativa o de clausura. Sin embargo, existen otras formas de

vocación a la vida consagrada. Estas se manifiestan en los institutos

seculares, en los movimientos, los grupos o asociaciones dentro de la

Iglesia y de forma extracomunitaria. Por lo que, la vida religiosa se da

mediante las nupcias con Cristo. Lo que significa “la entrega sincera de la

esposa al esposo” (san Juan Pablo II, 1988).

Para poder entender bien el rol de transmisora de la fe, es necesario

definir fe. Según Stubbemann (s.f.), “La fe, en cuanto adhesión a Dios,

experimentado como realidad absoluta y fundante de la propia vida,

es un acto enteramente personal y en cuanto tal, intransferible.” En

la manifestación de la fe se encuentra la acción del Espíritu Santo en

el corazón de cada persona. La fe constituye un intercambio de bienes

espirituales. Los cuales se expresan con palabras, gestos, participación

comunitaria. Celebrada tanto en nuestro interior como en nuestro

exterior.

Otro de los conceptos importantes a definir es la transmisión de

la fe. La transmisión de la fe es “una actitud de apertura incondicional

que permite al Espíritu sellar toda nuestra existencia con su gracia, su

fuego, único capaz de atraer hacia Sí a los que entran en contacto con

nosotros” (Stubbemann, s.f.). Se transmiten las verdades y experiencias,

pero también nos convertimos en don para el prójimo. La transmisión de

la fe nos conecta con el cristianismo.

Por consiguiente, la mujer en su función de transmisora de la fe, está

llamada a unir a la humanidad con el Redentor. Por lo que, su encomienda

es específica. Encabezar la lucha contra la desintegración de la vida y