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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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El 19 de octubre de 2003 una misionera del mundo, de nombre Inés,

nacida en Skopie el 26 de agosto de 1910, hace cien años, y

fallecida en Calcuta en 1997, fue beatificada bajo el nombre de

Teresa de Calcuta por el Papa Juan Pablo II, en la Plaza de San

Pedro de Roma, ante unas 300,000 personas provenientes de todo

el mundo. Algunos dicen que ha sido la mayor concentración en

una beatificación.

Su beatificación, apenas seis años después de su muerte ha sido,

ciertamente, la más rápida, batiendo todos los records de los

tiempos modernos. Dicen que estaba cantada, pues, difícilmente

se podría encontrar mayor unanimidad en el mundo entero. Y

hasta donde me consta, no hubo ninguna voz discordante. Se

podría decir que fue por aclamación unánime.

Tuvo, como invitados especiales, sentados en lugares de

preferencia, durante la Misa, tres mil indigentes e inválidos.

Asistieron delegaciones de ortodoxos y musulmanes, más allá de

toda frontera religiosa, para rendir homenaje y reconocimiento a

Madre Teresa de Calcuta, la mujer que no discriminó raza o religión

cuando de ayudar a los pobres se trataba.

Cuentan los que la conocieron, que Teresa de Calcuta era

apasionada con la figura de Cristo, y su vida se basaba en la frase

de Jesús: “me lo hicisteis a Mí”, porque lo que se hacia con los

pobres, se hacia con Jesús. Se ha llamado “icono del buen

samaritano” y fue capaz de contagiar a miles de mujeres de muy

diversos países para seguir sus huellas al servicio de los mas pobres.

Se conocen con el nombre de Misioneras de la Caridad, Madre de

Calcuta. La Diócesis de Ponce se honra en tenerlas.

Estamos ante una figura gigante de la fe, una testigo fiel y viviente

del Evangelio, seguidora de Cristo pobre, para ganar a los pobres.

Su riqueza fueron los pobres. Por eso reivindica para ella y para sus

hijas ante todo la condición de religiosas, por encima de la de

asistentes sociales, enfermeras, maestras o doctoras, aunque no