Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
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El Motivo que nos ha reunido en torno a la mesa de esta Eucaristía
es dar gracias a Dios por los veinticinco años del Movimiento Juan
XXIII en la Diócesis de Ponce. Motivo que nos hace estar alegres, y
elevar nuestra alabanza a Dios que ha estado grande con nosotros.
Felicito a su fundador, Nelson Rivera, aquí presente, que supo leer
los signos de los tiempos, y siguiendo las inspiraciones del Espíritu
Santo llevar a buen término cómo atraer las almas alejadas del redil
al aprisco, a través del Movimiento Juan XXIII, que poco a poco se
ha ido diseminando por las costas y montanas de Puerto Rico y
allende las fronteras de la isla de Borinquén hasta florecer en tierras
latinoamericanas y la península ibérica.
La diócesis de Ponce se enorgullece de ser una de las primeras en
haber sentido la brisa de su espíritu refrescante y renovador. Hoy
puede decir que ha permanecido fiel durante los veinticinco años
de vida del Movimiento Juan XXIII hasta convertirse en bastión
importante del Movimiento Juan XXIII.
En particular, como Padre y Pastor de la Diócesis de Ponce elevo la
más ferviente acción de gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo
en nombre de toda la diócesis por los beneficios que a través del
Movimiento Juan XXIII el Señor ha dispensado a lo largo de los
veinticinco años transcurridos de vida en la Diócesis, agradezco al
Movimiento Juan XXIII la colaboración, dedicación, tiempo y
energías que han prestado, y felicito y agradezco al Sr. Nelson
Rivera, su fundador y al Sr. Rafael López, su actual director en
Ponce, y en ellos a todos los responsables, por los frutos alcanzados
bajo su guía y liderazgo.
Como no tengo con qué pagarles, pido al Señor les retribuya
inscribiendo sus nombres en el Libro de la Vida.
A mi entender el movimiento Juan XXIII ha sabido adaptar el
evangelio al hombre de hoy, hablarle un lenguaje directo, y tocar