Table of Contents Table of Contents
Previous Page  43 / 196 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 43 / 196 Next Page
Page Background

Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

41

santo. “Nuestro Señor instituyo este augusto sacramento – escribe -

para que experimentemos los efectos de esa pasión y muerte todos

los días mediante la recepción de su cuerpo, ya que la miseria del

hombre es tan grande que, si no hay algún antídoto para su alma,

fácilmente se deja arrastrar por sus malas inclinaciones”. La

eucaristía, la santa misa, es el centro de la vida cristiana.

Y hablando de la comunión dirá: “Es remedio de las penas, en el

desvalimiento y fuerza en las dificultades; la oración es muy buena,

pero vale más todavía unirse a Dios en la sagrada comunión… Allí

es donde hay que estudiar el amor, la paciencia, la cordialidad y

todas las demás virtudes que nos son necesarias… la persona que

ha comulgado bien, lo hace todo bien. No hará ya ciertamente sus

acciones, sino que hará las de Jesucristo: tendrá en su

conversación la mansedumbre de Jesucristo; tendrá en sus

contradicciones la paciencia de Jesucristo. En una palabra, todas

sus acciones no serán ya acciones de una mera criatura; serán

acciones de Jesucristo”.

Magnífica lección de quien ha experimentado en sí mismo los

efectos de la eucaristía. Ojala que nosotros, los cristianos del siglo

XXI, al recordar la figura de San Vicente de Paúl, aprendamos la

lección magistral que nos ha dejado, de practicar la caridad,

como él la practicó, y de acudir a la fuente de la que él aprendió:

la Eucaristía.

Quiero terminar con un texto que nos ha dejado este coloso de la

caridad: “Así, pues la Eucaristía se convierte para nosotros, no sólo

en comida para nuestras almas, y para cada una de nuestras

comunidades cristianas; sino estimulo de caridad a favor de los

hermanos de toda especie que tienen necesidad de ayuda, de

comprensión, de solidaridad, infundiendo así en la acción del bien

social una energía, un idealismo, una esperanza que, mientras

Cristo esté con nosotros con su Eucaristía, no se apagarán jamás”.