Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
36
No podía predicar, porque le cierran la boca con un candado. Le
nombran Cardenal, y no llega a recibir el capelo cardenalicio,
porque le sobreviene antes la muerte. Más que Nonato, yo le
llamaría el Inacabado, ya que no llegaron a cumplirse algunas
previsiones.
Pero fuera de broma, gozó de gran popularidad, por su gran
caridad que fue lo que le llevó realmente a consagrar su vida a
cambio de la de los demás, y le cabe en gloria ser patrono de las
madres gestantes y de los nascituros, hoy tan en peligro de no ver
la luz. Dos notas que quiero resaltar, porque en el mundo de hoy, un
mundo cada vez más materialista, más mundano, más interesado
por las cosas de aquí abajo, alejado de las cosas de Dios, como
diría San Pablo, más inclinado por los intereses de la carne que por
las cosas del Espíritu, necesitamos santos, necesitamos ejemplos y
modelos en los que mirarnos, a los que imitar. Los santos son los que
nos muestran el verdadero rostro de Dios y de los hombres. Los
santos convencen. El Papa Benedicto XVI dice que “son testigos de
la caridad que ama hasta el extremo y no tiene en cuenta el mal
recibido, sino que lo combate con el bien. De ellos podemos
aprender, el heroísmo evangélico que nos impulsa a dar la vida por
la salvación de las almas, sin temer nada. El amor vence a la
muerte” (hasta aquí la cita). Parece como si el Papa estuviera
haciendo una radiografía de San Ramón Nonato. Testigo de la
caridad que ama hasta la muerte, que no tuvo en cuenta el mal
que le hicieron ni el tormento, sino que devolvió bien por mal, que
abrazó el heroísmo evangélico que le llevó a dar su vida a cambio
de la de los demás, y que su nacimiento podemos decir
excepcional, es un tributo y canto a la vida, en un mundo en el que
a millones de seres humanos se les priva cada año del derecho a
nacer, que glorifica y exalta el aborto, mentirosamente, a la
categoría de derecho, como si el matar a un niño no nacido fuera
un derecho que los gobiernos y las leyes humanas pudieran dar a la
madre, contrario al genuino derecho, inscrito en la misma
naturaleza humana, puesto directamente por Dios, a nacer, a vivir,
San Ramón Nonato es el santo que desde el seno materno vence
las dificultades antes de ver la luz del mundo.
En honor a San Ramón Nonato, patrón de las madres gestantes,
quiero traer dos testimonios de abortistas convertidos en los mejores
defensores de la vida, para que sirvan de estímulo a las madres
embarazadas, y con la ayuda de San Ramón Nonato, opten por la
vida.
El primero es Norma Mc Corvey. En 1973 el desafío de Norma