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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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No podía predicar, porque le cierran la boca con un candado. Le

nombran Cardenal, y no llega a recibir el capelo cardenalicio,

porque le sobreviene antes la muerte. Más que Nonato, yo le

llamaría el Inacabado, ya que no llegaron a cumplirse algunas

previsiones.

Pero fuera de broma, gozó de gran popularidad, por su gran

caridad que fue lo que le llevó realmente a consagrar su vida a

cambio de la de los demás, y le cabe en gloria ser patrono de las

madres gestantes y de los nascituros, hoy tan en peligro de no ver

la luz. Dos notas que quiero resaltar, porque en el mundo de hoy, un

mundo cada vez más materialista, más mundano, más interesado

por las cosas de aquí abajo, alejado de las cosas de Dios, como

diría San Pablo, más inclinado por los intereses de la carne que por

las cosas del Espíritu, necesitamos santos, necesitamos ejemplos y

modelos en los que mirarnos, a los que imitar. Los santos son los que

nos muestran el verdadero rostro de Dios y de los hombres. Los

santos convencen. El Papa Benedicto XVI dice que “son testigos de

la caridad que ama hasta el extremo y no tiene en cuenta el mal

recibido, sino que lo combate con el bien. De ellos podemos

aprender, el heroísmo evangélico que nos impulsa a dar la vida por

la salvación de las almas, sin temer nada. El amor vence a la

muerte” (hasta aquí la cita). Parece como si el Papa estuviera

haciendo una radiografía de San Ramón Nonato. Testigo de la

caridad que ama hasta la muerte, que no tuvo en cuenta el mal

que le hicieron ni el tormento, sino que devolvió bien por mal, que

abrazó el heroísmo evangélico que le llevó a dar su vida a cambio

de la de los demás, y que su nacimiento podemos decir

excepcional, es un tributo y canto a la vida, en un mundo en el que

a millones de seres humanos se les priva cada año del derecho a

nacer, que glorifica y exalta el aborto, mentirosamente, a la

categoría de derecho, como si el matar a un niño no nacido fuera

un derecho que los gobiernos y las leyes humanas pudieran dar a la

madre, contrario al genuino derecho, inscrito en la misma

naturaleza humana, puesto directamente por Dios, a nacer, a vivir,

San Ramón Nonato es el santo que desde el seno materno vence

las dificultades antes de ver la luz del mundo.

En honor a San Ramón Nonato, patrón de las madres gestantes,

quiero traer dos testimonios de abortistas convertidos en los mejores

defensores de la vida, para que sirvan de estímulo a las madres

embarazadas, y con la ayuda de San Ramón Nonato, opten por la

vida.

El primero es Norma Mc Corvey. En 1973 el desafío de Norma