Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
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Un día cuenta una de sus biógrafas, Sor Faustina estaba sufriendo
tan intensamente que dejó su trabajo y corrió a la capilla para
pedirle fuerzas a Jesús. Después de una pequeña oración ella
volvió a su trabajo llena de entusiasmo y alegría. ”Tu hoy debes
tener mucho consuelo, Hermana, te ves tan radiante, seguramente
Dios no te está dando sufrimiento, sólo consuelo”, le dijo una
hermana que la estaba observando. “Cuando nosotros sufrimos
mucho tenemos la gran oportunidad de mostrar a Dios nuestro
amor a Él, pero cuando sufrimos poco, tenemos menos ocasión de
mostrar a Dios nuestro amor” le contesto Faustina.
A veces estamos equivocados, pensamos que por ser santos, todo
les resulta extremadamente fácil, cuando la realidad es otra.
Escuchemos el acto de consagración que la santa hizo el día de
jueves santo de 1934, buena prueba de los caminos por los que
Dios la estaba llevando:
“En presencia del cielo y de la tierra, en presencia de todos los
coros angelicales, en presencia de la Santísima Virgen María, en
presencia de todos los poderes celestiales, declaro al Dios en la
Santísima Trinidad, que hoy en unión con Jesucristo, el Redentor de
las almas, me ofrezco voluntariamente por la conversión de los
pecadores, especialmente por aquellas almas que han perdido la
esperanza en la Misericordia Divina. Mi ofrenda consiste en
aceptar, con sumisión total a la voluntad de Dios, los sufrimientos,
los temores y las angustias que afligen a los pecadores”.
Y escuchemos ahora la respuesta. Ella misma la escribirá en el
Diario: “Hija mía, Tú me complaces sumamente en el dolor. En tus
sufrimientos físicos así como en los mentales. Hija mía, no busques
compasión de las criaturas. Yo deseo la fragancia de tu sufrimiento
para que seas pura y sin mancha. Yo deseo la fragancia de tu
sufrimiento para que seas pura y sin mancha. Yo deseo que te
desprendas de ti misma, no sólo de las criaturas, sino también de ti
misma. Hija mía, yo deseo gozar en el amor de tu corazón, un amor
puro virginal, casto e inmaculado. Cuando sea tu amor más sufrido,
Hija mía, más puro será tu amor por Mí”.(279)
A veces nos podemos quedar en lo externo de lo que los santos
hicieron. Pero nos ayudaría a conocerlos mejor asomarnos a lo que
está sucediendo en su interior. En el caso de Sor Faustina
acabamos de constatar cómo es el amor a Jesús el que la llevó a
identificarse con Él en el sufrimiento, y el sufrimiento la ayudó a