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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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lealtad del hombre con sus semejantes. El ideal de conducta entre

los hombres es la franqueza y la lealtad. Una vez más es la voz del

corazón la que se deja oír y sentir.

Jesús exige algo más que el mero cumplimiento externo de la ley.

Exige que el cumplimiento de la ley vaya acompañado desde

dentro del amor y de la justicia.

Jesús no hablo de eliminar la ley antigua, sino más bien de darle

una forma nueva, de perfeccionarla, de llevarla a una plenitud, la

plenitud del amor y de la justicia.

Los fariseos, de hecho, se habían convertido en idólatras de la letra.

La práctica farisaica de la ley era en realidad una apariencia

religiosa. Cumplidores exactos de la letra, pero carentes del

autentico y genuino espíritu de la ley, Jesús propone la

autenticidad religiosa del espíritu.

La justicia del reino mesiánico de Jesús radica en el corazón. El

cumplimiento de la ley debe brotar del corazón.

En realidad no hay verdadera conversión si no hay conversión del

corazón, si no hay conversión interna, desde dentro.

Vivir el evangelio supone un cambio interior, profundo, una

conversión que cambie el egoísmo en amor, la ambición en

servicio, la violencia en paz, la avaricia en largueza, la letra en

espíritu.

A mi entender, el éxito, o la clave del éxito del Movimiento Juan

XXIII, como de cualquier movimiento que se precie de ser cristiano,

en sintonía con el evangelio, radica en que va al corazón de las

personas, toca la fibra interior del participante o retirista.

Sólo podemos decir que somos auténticos cristianos, auténticos

católicos, si vivimos el evangelio de Jesús, que pide la conversión

continua del corazón al amor y a la justicia.

Aprovecho para felicitar al grupo de mujeres que han hecho el

retiro Juan XXIII y desearles una fidelidad a Jesús, que transforme su

corazón en una vivencia del evangelio desde el amor y la justicia.

Y al Movimiento Juan XXIII que cumpla muchos más.