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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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revestiros del hombre nuevo…”

Mas San Pablo no se queda ahí, e insiste: “por eso, no más mentiras,

que todos digan la verdad a su prójimo. Enojaos, pero sin pecar:

que el enojo no os dure hasta el término del día. No deis lugar al

demonio. Que el que robaba, ya no robe… no salga de vuestra

boca ni una mala palabra. No entristezcáis el Espíritu Santo, que

Dios puso en vosotros como sello.

“Por el contrario, como hijos amadísimos de Dios, esforzaos por

imitarlo. Seguid el camino del amor a ejemplo de Cristo que os amó

y se entregó por vosotros...”

“En otro tiempo erais tinieblas, pero en el presente sois luz en el

Señor. Portaos como hijos de la luz. Los frutos que produce la luz son

la bondad, la justicia y la verdad bajo todas sus formas”.

Se nos propone en realidad que profundicemos durante la

cuaresma, en el significado y valor de nuestro ser cristiano. Que

tomemos conciencia, qué significa y comporta ser cristiano, y

desde luego que vivamos en cristiano, portándonos y caminando

como hijos de la luz y produciendo frutos de luz: la bondad, la

justicia y la verdad.

El Papa dice que la cuaresma es, además, tiempo providencial que

nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios, para que

también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros

hermanos.

De los tres elementos o compromisos de todos conocidos, propios

de la cuaresma: la oración, el ayuno y la limosna, Benedicto XVI

subraya para la cuaresma de 2008 la práctica de la limosna, “que

ayuda a vencer la constante tentación o seducción de las riquezas

materiales y a socorrer al prójimo en sus necesidades”, en una

sociedad en que se valora más la imagen y el tener, que el ser.

El cristiano necesita ejercitarse en la oración, en el ayuno y en la

limosna. Todavía que yo sepa, no han sido sustituidas estas tres

armas, en la lucha contra el mal. Ni la Internet, ni los cohetes

espaciales, ni la ciencia ni la técnica han logrado dominar el mal,

que sólo puede ser dominado, como el mismo Jesús enseña, a

base de oración, de ayuno y de limosna.

Es necesario, en particular, que abramos el corazón al hermano

necesitado. Y qué hermoso sería que a imitación de Jesucristo, que