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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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Los vientos que corren hoy no son muy favorables a la Iglesia

Católica, y tampoco lo son a la religión y a lo que tenga que ver

con Dios. Hay fuerzas muy poderosas que tratan de reducir el

mundo a un estado laical, y crear una sociedad laicista en la que

no exista el nombre de Dios. Es como si la religión de los sin Dios

que son los menos, quisiera imponerse a los que creen en Dios, que

son los más.

Hoy se defienden los “supuestos derechos” de los animales, que

dicho sea de paso, los animales no gozan de derechos, ya que

carecen de racionalidad, mientras se niegan los inviolables

derechos de los seres humanos. Se vota a favor de que no se

maten animales, pero al mismo tiempo se legaliza la matanza de

millones de seres humanos indefensos por nacer, hasta el punto de

convertir el aborto en una de las mayores aberraciones y plagas de

la historia contemporánea.

Hoy se exalta la libertad en perjuicio de la verdad, y se entronizan

la mentira y la falsedad como monedas de cambio.

No es de extrañar, que ante esta situación el Papa reconozca que

no es tarea fácil educar hoy día, y que la educación es un reto.

Reto, más difícil de superar, si el educador no está armado de una

sólida formación profesional y con altos valores éticos y humanos.

Pero si el educador debe tener una sólida formación profesional y

altos valores éticos y humanos, es obvio que una educación que se

precie de ser católica, orientada a la formación integral, de

acuerdo con la visión cristiana del hombre, creado a imagen y

semejanza de Dios, y elevado al orden de la gracia, ha de ser

capaz de armonizar la cultura con la fe y ésta con la vida, de

manera que cultura, fe y vida caminen unidas de la mano.

Cultura, fe y vida ancladas en el amor, movidas y orientadas por el

amor. El amor como motor. No basta conocer la verdad si no se la

ama. El verdadero católico no es el que conoce las verdades y