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Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico

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todo, yo diría, está en crisis de valores, valores humanos y cristianos:

están en crisis, el matrimonio, la familia, la vida, están en crisis los

fundamentos de la moral, la libertad, la justicia, la conciencia, la

verdad. Tan recientemente como el viernes pasado el Nuevo Día

publicaba con grandes titulares y a todo color la gran noticia del

que dicen que es un gran científico británico, Stephen Hawking, y

mira por donde, la ciencia, sin ningún fundamento científico por

supuesto, le ha llevado a la conclusión de que Dios no era

necesario para crear el mundo. Que el mundo se ha creado solito,

de la nada, que por medio de un big bang se creó este mundo

maravilloso en el que estamos. Increíble; no se cree en Dios, pero se

cree en un big bang, que nadie entiende, ni nadie sabe de

dónde salió.

Es la triste realidad, somos reacios en admitir a Dios, pero con qué

facilidad nos tragamos el bing bang, que sin saber lo que es, todo

lo explica. Nos cuesta creer en Dios, pero creemos en el espiritista,

en el astrólogo, en el que lee la mano, en el papelito que

extraemos de la máquina.

En estos momentos tenemos necesidad de una Madre a la que

poder acudir e implorarle que vuelva a nosotros esos sus ojos

misericordiosos y nos muestre a Jesús, fruto bendito de su vientre.

Nadie mejor que María nos puede mostrar el verdadero rostro de

Jesús. Nadie mejor que ella puede guiarnos a Jesús. María es el

atajo que se nos da en nuestros tiempos para llegar a Jesús.

María es la madre que nos dio Jesús. La misma que nos dio a Jesús.

Caminando de la mano de María nada y a nadie hay que temer.

Una madre no abandona al hijo después de haberlo traído al

mundo. Una madre está siempre pendiente del hijo. Y María vela

por sus hijos.

Si hoy estamos llenos de temores, de dudas, de vacilaciones, de

inseguridades, es porque nos hemos alejado de Dios, y Dios nos

reclama a través de la Madre. Lourdes y Fátima son testigos de que

Dios nos tiende la mano a través de María, para encontrar la paz y

la felicidad que tanto anhelamos.

Hoy, Nuestra Señora de la Monserrate abre sus brazos a todos los

jayuyanos y jayuyanas para darnos un abrazo de Madre buena y

mostrarnos a su Hijo, Jesús, fruto bendito de su vientre, en quien está

nuestra salvación.