Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
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En ella, en Ana, y en su esposo Joaquín, vemos a nuestros
antepasados, en el orden de la salvación, los bienaventurados
abuelos de Jesús, el esperado durante siglos, y que finalmente fue
engendrado por María, la hija de Joaquín y Ana. Hoy queremos
agradecerles el haber sido instrumentos a través de los cuales ha
llegado hasta nosotros la salvación.
Y no quisiera terminar sin hacer una mención de todos los abuelos y
abuelas por el papel importante que juegan en nuestras vidas, no
siempre reconocido y debidamente agradecido. San Joaquín y
Santa Ana son ejemplo de abuelos solícitos, que nos debieran
hacer mirar con cariño y gratitud, y darles el cuidado que merecen
a los abuelos y ancianos, de los que me atrevo a decir son
puntuales y columnas de nuestros hogares, que merecen todo
nuestro respeto y admiración.
En la fiesta de hoy, de San Joaquín y Santa Ana, pedimos
bendiciones muy especiales para esta parroquia a ellos dedicada,
para todos los fieles que la componen, y para este querido pueblo
de Adjuntas. Particularmente la bendición de que a través de los
abuelos, sea su nieto Jesús el que traiga la salvación, e instaure su
reino de paz y justicia, de vida y amor, de gracia y verdad, en
Adjuntas, y desde Adjuntas en todo Puerto Rico, hoy y siempre.