Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico
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Pero para llevar el hombre a Dios hay que llevar primero Dios al
hombre. “Estáis llamados a esparcir la semilla de la Palabra de Dios
- la semilla que lleva consigo el Reino de Dios, a dispensar la
misericordia divina y a alimentar a los fieles en la mesa de su
Cuerpo y de su Sangre”. Pero para ser dignos dispensadores de la
palabra de Dios, de la divina misericordia y del alimento que sacia
toda hambre y quita toda sed, hay que estar llenos de Dios. Nadie
da lo que no tiene. Hay que ser hombres de Dios, de profunda
oración, estudiosos de la Sagrada Escritura y atentos oyentes de la
Palabra de Dios, alimentados con la eucaristía, fuente y cumbre de
vida cristiana, y beber de la fuente de la divina misericordia para
poder infundirla entre los hombres.
Sólo quien ha vivido antes la experiencia del encuentro con Cristo,
como la tuvieron Juan y Andrés puede ir a decir a los demás:
hemos encontrado al Mesías.
Dios es la única riqueza que desean encontrar los seres humanos en
un sacerdote. Hoy se experimenta la necesidad de que los
sacerdotes den testimonio de la infinita misericordia divina con una
vida totalmente identificada con Cristo.
“Nada mas bello que conocer y comunicar a los demás la amistad
con Jesús. La tarea del pastor, del pescador de hombres, puede
parecer a veces gravosa. Pero es gozosa y grande, porque en
definitiva es un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere
hacer su entrada en el mundo”.
Con Benedicto XVI me atrevo a firmar, queridos Juan Carlos Jayson,
Arnaldo y Víctor René:
“La vida del sacerdote es la aventura mas interesante y necesaria
para el mundo. Es una aventura muy exigente, y no podría ser de
otra manera, porque el sacerdote está llamado a imitar a Jesús,
que no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por
muchos”.
La empresa no es fácil. Evangelizar la sociedad actual, al hombre
de hoy, es todo un reto. Pero con Cristo se puede.
El Cardenal Hummes advertía a los sacerdotes con ocasión del Año
Sacerdotal que hoy vivimos en un mundo nuevo, con una cultura
urbana, por moderna y relativista, imperante en Occidente, pero
que comienza a dominar en otras partes del mundo. Está en contra
de la religión y considera que ésta debe estar relegada a la esfera